Movimiento LGBT, política pública y participación
Los orígenes del movimiento LGBT en Colombia se remontan a finales de la década de 1970 con tímidas incursiones, pero que sentaron las bases para un colectivo mucho más fortalecido como el que actualmente puede observarse en Colombia y específicamente en Bogotá.
El movimiento discurre entre organizaciones no gubernamentales (ONG), sectores de partidos políticos y alianzas interesantes entre varias de las ONG y la academia. La reivindicación de derechos que el Estado, fundamentalmente en Bogotá, viene haciendo hacia este colectivo, suma a los espacios mencionados, escenarios dentro de la administración estatal que completan el conjunto de espacios con los que cuenta el movimiento actualmente.
Esto se entronca con la realidad que ha vivido Colombia a partir de la década de 1980, en la que entran al escenario de la participación todo un grupo de actores sociales “nuevos”, más relacionados con las acciones ciudadanas que con los procesos de participación político partidista tradicionales.
“(…) Lo interesante es que comienza a aparecer en el universo de agentes participativos un conjunto de líderes nuevos (mujeres, algunos jóvenes, minorías étnicas, adultos mayores que nunca se habían proyectado en el escenario público) que pretenden renovar las estructuras tradicionales de liderazgo (…)” (Velázquez y González, 2003:24).
Para poder entender el panorama participativo actual del colectivo LGBT en Bogotá se debe hacer una inevitable referencia a la Política Pública LGBT (PPLGBT). El concepto de “política pública” puede denominarse como polisémico, es decir que posee múltiples significados. Sin embargo acordando con Salazar Vargas (2008:45), se puede entender a las mismas como “el conjunto de sucesivas respuestas del Estado frente a situaciones consideradas socialmente como problemáticas”.
En este sentido la ciudad de Bogotá se muestra como pionera a nivel país, a la hora de buscar a través de normas, la equidad de derechos reconociendo a este sector de la población como vulnerable, y por tal, pasible de políticas específicas que garanticen sus derechos.
Puede decirse que el inicio de las acciones que buscan garantizar, proteger y restituir los derechos del sector LGBT en Bogotá, comienzan durante la administración del ex Alcalde Luis Eduardo Garzón (2004-2008), con el objetivo de definir los lineamientos para la Política Pública. Para ello se conformaron distintas instancias como el “Comité Interinstitucional para la Construcción de Lineamientos de Política Pública de Derechos para las Personas LGBT” (Secretaría Distrital de Planeación, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2008).
Este proceso culminó con la definición de los lineamientos generales recogidos en el “Decreto 608 de 2007”. El mencionado Decreto crea el “Consejo Consultivo”, de ese modo se territorializa la acción de la organización social; la política pública institucionaliza y fortalece muchos de los espacios espontáneos y referentes LGBT que ya venían trabajando en la ciudad, y crea otros nuevos.
Desde ese tiempo a la actualidad se han desarrollado acciones de importancia que consolidan el inicio de la implementación de la Política Pública bajo la administración del Alcalde Samuel Moreno (2008 a la actualidad). Entre ellas se puede mencionar la inclusión en el “Plan de Desarrollo Bogotá Positiva para Vivir Mejor”. El jueves 12 de marzo de 2009 en sesión plenaria del Consejo de Bogotá, fue aprobado el Acuerdo N° 126 de 2009, ratificado el 1° de abril por el Acuerdo 371 de 2009, "por medio del cual se establecen lineamientos de política pública para la garantía plena de los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros - LGBT - y sobre identidades de género y orientaciones sexuales en el Distrito Capital"; elevando así el estatus del Decreto 608 de 2007 que aún no había tenido aplicación en la ciudad (Secretaría Distrital de Planeación, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2008).
El logro de la PPLGBT estuvo mediado por el trabajo conjunto de las organizaciones LGBT que encontraron un espacio de concertación a partir del año 2003, evidenciando esta interacción la pluralidad de visiones y en definitiva la constitución de una construcción social, en tanto surge de la sociedad civil (representado por los grupos LGBT) y el Estado.
Así, la PPLGBT es un interesante ejemplo de convergencia de las dos vertientes en las que se ha desarrollado la democracia participativa en Bogotá en la última década; y a la vez cómo esta se ha tenido que vincular con la democracia representativa para alcanzar políticas que tengan sustento legal.
Visiones de los actores locales de la participación LGBT en Bogotá Las Influencias y las motivaciones.
Visiones de los actores locales de la participación LGBT en Bogotá.
Las Influencias y las motivaciones.
En general las personas consultadas para esta investigación entienden al acto de participar desde una “participación acción” en el sentido que le dan Velázquez y González (2003), donde el hecho de participar signifique definir rumbos en la interacción con los demás. En definitiva se trata de no acudir a los distintos espacios pasivamente, sino a tomar parte de las decisiones.
A la hora de trabajar sobre las influencias que los actores consultados han tenido respecto de la participación, se pueden resaltar dos fundamentales relacionadas con el ámbito educativo y el religioso.
Así, la mayoría de los actores consultados mencionan como muy importante las influencias obtenidas en su educación para iniciar un camino de participación, a través de la realización de actividades como representantes estudiantiles, consejeros y otras.
Sin embargo, ninguno de ellos comienza una tarea participativa en el ámbito escolar respecto de los derechos LGBT. Esto puede interpretarse porque muchos jóvenes a edades tempranas no tienen aún definida su orientación sexual claramente. A pesar de ello, y lamentablemente, según estudios realizados en Bogotá, el ámbito escolar aún no proporciona garantías en este sentido, lo que puede llevar a explicar también esta situación.
“(…) En el ámbito escolar se reproducen estereotipos negativos contra estudiantes afeminados o mujeres masculinizadas, es decir, contra los y las jóvenes que transgreden el papel masculino o femenino, considerado normal por la sociedad.
Esta situación es inquietante porque la transgresión de género es un hecho que motiva la violencia contra este tipo de personas (…)” (Cantor, 2007: 56; 57) Rosa Inés Gómez Loaiza (2008) menciona que:
“(…) La participación estudiantil es el espacio privilegiado para consolidar y fortalecer escenarios de construcción conjunta, generar acciones sustentables, crear consensos para actuar, incluir, reconocer al otro, definir problemas comunes, potencializar el liderazgo, fortalecer la capacidad de escucha, análisis crítico, empoderamiento, desarrollo de habilidades sociales (P:4)(…)”.
Es muy importante entonces reivindicar la importancia de este tipo de acciones mencionadas por los actores, ya que la participación en espacios como estos, incluso desde temprana edad, permite a las personas formarse desde un lugar crítico donde no sólo tenga lugar la reproducción del conocimiento, sino la formación para obtener posturas propias, que permitan forjar una personalidad comprometida con el contexto y visualizar la posibilidad de convertirse en actores de cambios y no meros reproductores o espectadores pasivos de la realidad.
Por lo tanto se hace un llamado de atención para que estos espacios de formación trabajen en estrategias de apertura e inclusión ya que por su importancia es vital que desde allí la diversidad comience a ser entendida como un componente necesario y positivo en la construcción de una ciudadanía plena.
Las competencias y los aprendizajes.
Entre las competencias más importantes, se pueden mencionar dos grandes grupos, las relacionadas con la gestión y las comunicativas.
En el primer grupo se destacan las asociadas a la generación de proyectos e ideas, así como las que se entroncan con las habilidades de negociación. La necesidad de crear nuevas ideas, proyectos de trabajo e innovaciones que empoderen al sector es fundamental, porque permite una renovación constante del movimiento y pone en el tapete no solo el planteamiento del problema, sino alternativas de solución en temas tan importantes como la reivindicación de derechos y la visibilización.
Las capacidades para poder negociar permiten que las ideas nuevas puedan ser expuestas de manera adecuada en distintos ámbitos. En lo que refiere a las competencias de comunicación, se destacan las de la buena oratoria y también la facilidad para lograr la interacción con y entre las personas.
En relación a los aprendizajes, se destacan los que tienen que ver con la interacción o formación de redes, los que implican la necesidad de renovación, es decir un recambio constante que ayude a la permanencia del movimiento y al refrescamiento de las ideas, y aquellos relacionados con la formación.
En el primer caso se hace hincapié en la necesidad de entender que el movimiento por sí solo no puede funcionar, al menos eficientemente, sino produce interacciones con otros sectores de la sociedad. El trabajo en red con la academia, el Estado y las distintas organizaciones del movimiento, garantizará no solo la pervivencia de este, sino la posibilidad de una incidencia mayor y valedera para alcanzar los objetivos.
En cuanto a la renovación, se menciona como importante tenerla en cuenta respecto a los discursos, las prácticas activistas y las necesidades del colectivo. Contar con información abundante y lo suficientemente clara y valedera, llevará a que estos actores sociales puedan cumplir sus objetivos pero avanzar también, a través de una interpretación de la misma, a esta renovación mencionada.
Direccionar el discurso, y las prácticas, hacia realidades más palpables por los actores que conforman el colectivo, se vuelven un desafío fundamental para que la participación funcione como un flujo circular donde cada vez más personas quieran hacerlo, aportando nuevas ideas, refrescando el movimiento, las prácticas y el sentido de participar.
“(…) somos muy poquitos para tantos espacios de participación, creo que hay que mover a otra gente, motivar y creo que ya uno con este discurso tan acartonado, tan que no le llega al corazón de todo el mundo no lo logra…Por eso terminamos los mismos siempre con los mismos (…)” (Directora de ONG LGBTI, entrevistada en 2009).
En lo que refiere a la formación se acuerda con que la misma debe ser constante. Es necesario estar informado correctamente para poder participar, conocer las problemáticas concretas y las aproximaciones teóricas que a través de estudios se hayan realizado, tener cercanía con las bases para conocer la realidad cotidiana y, de este modo, incorporarla al discurso y las acciones, lo que llevará a que el mismo no sea tan agobiante, o dirigido solo a activistas.
“(…) Falta vincular incluso temas de interés para la población (…) hay que enriquecer la agenda (…)” (Funcionario público asistente al Grupo de discusión LGBT, marzo 2010).
“(…) Hay gente que no quiere asumirse en la plaza pública. Les ofrecemos espacios muy viejos para una forma de participación muy nueva. Hay que respetar las dinámicas. La gente va a la rumba no a la asamblea (…)” (Funcionario público asistente al Grupo de discusión LGBT, marzo 2010).
Si bien la mayoría de los actores sociales consultados pertenecen a distintos ámbitos del conocimiento y son profesionales (sobre todo de las Ciencias Sociales), la formación en lo que respecta a la participación ha sido informal y, podría decirse, “sobre la marcha”.
Las prácticas y los sentidos.
Respecto de las prácticas que realizan los actores sociales LGBT, se pueden dividir a las mismas en tres grandes apartados. El de los “usos y relaciones”, el de “la utilización de los espacios de participación en sí” y el de “los espacios o instancias en los cuáles se desarrollan estas prácticas”.
En el caso de los usos y las relaciones, surge como importante la movilización de intereses desde la administración pública. Muchos actores sociales LGBT relacionados con el activismo, han pasado en el último tiempo a trabajar en el ámbito gubernamental ocupando distintos puestos, como ejecutores y garantes de la PPLGBT (Participación en Políticas Públicas LGBT). Esta situación ha provocado algunas controversias. Sin embargo, muchos de los funcionarios que se encuentran en estos puestos ven a esto como la posibilidad de incidir directamente en la reivindicación de derechos, y de establecer un puente interesante entre la sociedad civil y el Estado, a fin que se cumpla a cabalidad la PPLGBT.
Así mismo, dentro de los usos y relaciones, surge como importante la movilización de agendas y la inclusión de temas en las mismas para que la institucionalidad estatal responda.
Dentro de los usos de los espacios de participación en sí, surgen como importantes la movilización y, dentro de ella, la necesidad de visibilización del movimiento en sí, pero también de sus necesidades y reclamos; así como nuevamente la gestión ahora relacionada con proyectos que conlleven a alcanzar algunos de los objetivos de la comunidad, tanto para ser afrontados en conjunto con el Estado, como con otras instancias como la academia.
En cuanto a los sentidos o fines se pueden identificar dos grandes: los políticos y los prácticos.
Dentro del sentido político se pueden observar los que tienen que ver con la “transformación”. Son aquellos relacionados con una mayor apertura social, que a través de la visibilización pueda lograr la total inclusión de los LGBT en la sociedad, con garantía plena de sus derechos.
Así mismo, se ven como fundamentales las transgresiones hacia el Estado por parte del movimiento, es decir que constantemente se estén renovando las demandas y fortaleciendo las reivindicaciones logradas, para alcanzar objetivos.
Dentro del sentido político, también se encuentran acciones de gestión, que son fundamentales para los actores consultados en muchos ámbitos. En este caso, se hace especial hincapié en las tareas de coordinación que tienen que ver con armonizar los esfuerzos de las distintas organizaciones LGBT y las del Estado. Por otro lado, la sostenibilidad de los procesos es fundamental ya que esto da garantía a que el movimiento persista y que se obtengan frutos, en el futuro.
Por último, y relacionado con los procesos de transformación, se considera crucial separar las agendas del movimiento de las del Estado. Esto no quiere decir que no estén coordinadas sino que para poder llevar demandas al Estado, y de este modo hacer las transgresiones antedichas, es necesario que las agendas estén separadas aunque con temas en común. De este modo se evitará una cooptación por parte del Estado hacia el movimiento, fortaleciéndose ambos.
En lo que refiere al sentido “práctico”, se habla nuevamente de la gestión, esta vez direccionada a los procesos de divulgación, triangulación de la información, motivación y posicionamiento del movimiento y a temas específicos valiosos para él, así como el conocimiento profundo de las dinámicas y problemáticas del colectivo. Esto denota una gran preocupación por conocer la realidad de los LGBT, entendiendo que esta es la única manera de arribar a acciones y reivindicaciones valiosas para todo este recorte poblacional.
Dentro del sentido práctico también hallamos al liderazgo de quienes participan, los actores sociales mencionan que en este sentido es muy importante escuchar, aprender y, otra vez, tener buena información. Estas, más allá de ser consideradas habilidades o competencias para participar, curiosamente son interpretadas por los actores consultados como sentidos de la misma.
• Los ámbitos educativo y religioso son los que mayores influencias siguen generando en los actores de participación. Es necesario entonces, que estos espacios trabajen en estrategias de apertura e inclusión.
• En relación a los aprendizajes, se señala la necesidad de renovación, es decir un recambio constante que ayude a la permanencia del movimiento y al refrescamiento de las ideas, y aquellos relacionados con la formación.
• El alejamiento de los intereses propios de la comunidad da como resultado que los no activistas se interesen aún menos por participar. Esto sumado a la falta de información, a que muchas personas aún no han “salido del clóset”, y a los impedimentos de horarios y mecanismos de participación tradicional sobre los que discurre la misma en la ciudad, es lo que genera un círculo vicioso.
• Si bien la mayoría de los actores sociales consultados pertenecen a distintos ámbitos del conocimiento y son profesionales, la formación en lo que respecta a la participación ha sido informal.
• Respecto de las prácticas que realizan los actores sociales LGBT, se pueden dividir a las mismas en tres grandes apartados. El de los “usos y relaciones”, el de “la utilización de los espacios de participación en sí” y el de “los espacios o instancias en los cuáles se desarrollan estas prácticas”.
• Se necesita de una mayor apertura social, que a través de la visibilización pueda lograr la total inclusión de los LGBT en la sociedad, con garantía plena de sus derechos.
• Se considera crucial separar las agendas del movimiento de las del Estado, es necesario que las agendas estén separadas aunque con temas en común.
• Es necesario direccionarse hacia una mayor democratización de la información que lleve a que quienes no son activistas tengan acceso a las actividades, y principales temas, que se están trabajando en el área.
• Se requiere democratizar la información para que a la vez, en una especie de flujo circular, genere retroalimentación y recambios de ideas y personas. Esto conllevará a un fortalecimiento del movimiento.
Resumen sobre documento: “Participación LGBT en Bogotá: desafíos y sentires de sus protagonistas”.
Gastón Saravia*
*Geógrafo. Estudiante de la Maestría en Gestión Urbana, Universidad Piloto de Colombia, Bogotá. Docente e investigador de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Trelew, Chubut, Argentina.