(y por qué los cristianos deberíamos amar a ambos)
Cuenta la historia que cuando los naturalistas británicos del siglo XVIII se encontraron por primera vez con el ornitorrinco, creyeron que se trataba de un fraude. Según su conocimiento acerca del mundo y la realidad natural, un animal así no podía existir. Los falsos animales eran comunes en esa época. Algunos taxidermistas chinos eran muy hábiles para crear seres inexistentes con partes de organismos vivos. Dragones, sirenas y monstruos disecados circulaban por el mundo maravillando a los incautos. Robert Shaw, doctor del Departamento de Historia Natural del Museo Británico, fue el primero en recibir la piel y un bosquejo del nuevo animal, enviado desde Australia por el capitán John Hunter. Lo primero que hizo el científico fue cortar la piel, a la altura del pico, para ver si encontraba las costuras.
Con una cola similar a la del castor, patas palmeadas y hocico de pato, los ornitorrincos son curiosos ejemplares. Sin embargo, a través del estudio científico hemos comprobado que efectivamente existen en la naturaleza. Aprendimos que ponen huevos, pero son mamíferos, y que son tan reales y a la vez fascinantes como muchos otros animales.
Muchos cristianos en presencia de personas gays se comportan como si estuvieran viendo por primera vez en la historia a un ornitorrinco. Lo mismo sucede cuando entran en contacto con otras personas de la diversidad sexual. Su mundo es pequeño, y su conocimiento de la naturaleza y el ser humano les lleva a pensar que gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros e intersexuales no son normales, no existen de manera natural y son inventos o producto de la maldad del ser humano actual. Para algunos cristianos, se trata de personas anormales y pecadoras que deben ser combatidas y finalmente erradicadas del mundo.
Se los puede imaginar corriendo a sus Biblias para buscar en qué párrafos los escritores del Nuevo y Antiguo Testamento señalaron que un ser con patas palmeadas, cola de castor y hocico de pato existe efectivamente en la naturaleza, fue creado por Dios y debe ser protegido y amado como parte de la creación divina. Sus Biblias parecen ser la única fuente de conocimiento del mundo, la única guía moral que aceptan. Como lo demuestran sus acciones, es más fácil para ellos utilizar sus libros sagrados como un conjunto de reglas fijas que buscar a Dios en el estudio serio de la Biblia, en el conocimiento científico acerca del mundo y en la experiencia concreta de amar al prójimo.
El estudio acerca de las personas de la diversidad sexual ha avanzado mucho en los últimos años. Ahora sabemos que existen y que siempre lo han hecho. Sabemos que no son tan diferentes a las personas heterosexuales, que son capaces de amar y que muchos forman familias, con hijos o sin ellos. Es tiempo de dejar de buscar las costuras en la realidad y empezar a buscar las puntadas en nuestro propio conocimiento inacabado del mundo que nos rodea.
Los ornitorrincos nos enseñan que la realidad puede asombrarnos. Que quienes pensábamos que lo teníamos todo resuelto podemos ser siempre sorprendidos. Como cristianos, la existencia de personas de diversa sexualidad nos plantea la tarea de defender y proteger con fuerzas a nuestras hermanas y hermanos LGBTI (y también a los ornitorrincos), porque son parte del mundo y, creemos con fe, una muestra más de la fascinante creación de Dios.
“Dios miró todo lo que había hecho,
y consideró que era muy bueno.
Y vino la noche, y llegó la mañana:
ése fue el sexto día”
y consideró que era muy bueno.
Y vino la noche, y llegó la mañana:
ése fue el sexto día”
Génesis 3:1 (NVI)
Tal Como Eres / Cristianos por la inclusión de la diversidad sexual
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