La diversidad sexual es un
tema polémico y universal. Se encuentra en una etapa de debate incipiente, pero
al estar asociado a la sexualidad se remonta como temática a épocas remotas,
tanto como la existencia misma del ser humano.
En cualquier circunstancia el individuo se
expresa como representante de uno u otro sexo tanto al caminar, al hablar, en
los gestos e incluso, aun y cuando se trate de la moda que predomine, si a
«Onda Unisex» se refiere, hay casi siempre algún detalle que diferencia a uno y
otro sexos.
La sexualidad es una dimensión de la
personalidad, el hombre y la mujer son seres sexuados, lo que significa que
expresan permanentemente su sexualidad a través de su condición genérica.
Sin embargo, la historia por la que ha atravesado
la sexualidad está llena de tabúes y prejuicios. Por lo general, lo que se
asocia al sexo, por mucho tiempo se ha considerado pecaminoso, sucio y
perturbador.
Tanto es así, que si se hace referencia a una
parte del cuerpo humano, por ejemplo las manos, difícilmente existan otros
muchos «apelativos» que enmascaren su nombre, cuanto más, se les ha llamado
«diestra». Sin embargo, cuando de genitales se habla son múltiples los
«sobrenombres», si la referencia es a los genitales femeninos en el caso de la
vulva existen formas de nombrarla desde los más infantiles como «conejita o
totica», hasta otros que llegan a la vulgaridad y que no vale la pena
mencionar. Si se trata de los genitales masculinos al pene, por ejemplo, se le
conoce con otros muchos nombres como «pitico», «rabito», en fin, esta situación
se ha generado desde nuestras culturas como una forma de ocultar el nombre real
o esa parte del cuerpo por considerarlo obsceno.
El nivel de tolerancia, respeto y aceptación de
las diferentes formas en que los individuos expresan su sexualidad, son un modo
de expresión de la cultura en una sociedad dada.
Desde esta perspectiva, en los diferentes países
y comunidades se expresa la sexualidad de acuerdo con las tradiciones y
costumbres que practiquen. Dicha afirmación fundamenta la variedad de
manifestaciones que ocurren en esta esfera de la vida.
La diversidad sexual enfocada desde el humanismo,
coloca a las personas en el centro de su análisis. Si se parte de considerar al
individuo como irrepetible se está asumiendo la amplia gama de expresiones que
podría manifestar cada individuo.
Vale reconocer que el comportamiento sexual forma
parte de una ética que surge del intercambio cotidiano de los miembros de una y
otra comunidad. Las normas que conforman y regulan el comportamiento social,
van condicionando en cada sociedad lo que es aceptado.
La libertad desde la sexualidad deja implícitos
la responsabilidad y el cuidado de cada persona para consigo misma en esta
esfera y para con la pareja.
DIVERSIDAD Y ORIENTACIÓN
No existen reglas ni normas absolutas que
condicionen las expresiones sexuales. La legitimidad en esta esfera tiene mucho
que ver con los patrones de comportamiento asumidos. Calificar como bueno o
malo determinado comportamiento estaría en función de lo que cada sociedad
asume como adecuado o natural. Las normas en cuanto al comportamiento humano
están sometidas a los cambios del contexto, por lo que las sociedades varían
sus normas de acuerdo con su evolución histórica.
La diversidad no solo abarca las expresiones
sexuales, dentro de ellas se focaliza lo relacionado con la orientación sexual,
asociada a la dirección erótica de cada persona, es decir, hacia la atracción
en cuanto al sexo y, considera la identidad sexual como otra de sus
dimensiones.
La orientación ha sido objeto de polémicos
análisis. Esta se manifiesta en tres direcciones: la HETEROSEXUAL que responde
a la atracción de un sexo por el otro (del hombre hacia la mujer y viceversa),
la HOMOSEXUAL que ubica a las personas que se sienten atraídas sexualmente por
otras personas del mismo sexo (del hombre hacia otro hombre, o de la mujer
hacia otra mujer), y la BISEXUAL, que identifica a aquellos cuya atracción
sexual se inclina tanto hacia el hombre como hacia la mujer.
Existen muchos análisis sobre este asunto, lo
cierto es que los científicos aún no tienen un acuerdo sobre la naturaleza y
origen de estos comportamientos. Se conoce la homosexualidad o la bisexualidad
que no son una enfermedad y por tanto no hay nada que curar. Sin embargo, en
términos de aceptación o rechazo social, en relación con la homosexualidad y la
bisexualidad, existen diferentes actitudes de acuerdo al grado de homofobia (1) que exista en la comunidad de que se
trate.
El respeto a la diferencia es un principio humanista, que no
es asumido por todas las personas en el mundo, es un asunto de reciente
discusión. No obstante, las sociedades necesitan avanzar hacia la comprensión
de que la aceptación de la diversidad favorece la integración de los pueblos y
sobre todo el acercamiento de los individuos que por sus singularidades
resultan minorías.
Los homosexuales y las lesbianas así como los
bisexuales, constituyen una minoría frecuentemente cuestionada, son
incomprendidos por su preferencia sexual, suelen ser estigmatizados como
personas de «dudosa moral», al valorarlos se les asocia por lo general, sin
malas intenciones, a personas sin ética, sin vergüenza, sin escrúpulo,
antisociales, débiles de carácter.
En contraste con estos criterios prejuiciados, se
puede afirmar que no se ha corroborado hasta el momento ninguna de las
afirmaciones que asocian la homosexualidad con cualidades negativas y poco
apreciadas por las sociedades en general.
La orientación sexual no tiene necesariamente una relación
directa con la conducta moral de los individuos. Existen múltiples ejemplos de
personalidades destacadas por su quehacer cotidiano, bien sea por su cultura,
por su obra literaria o plástica, porque son excelentes profesionales de la
medicina o cualquier otra profesión y muchos suelen ser excelentes personas.
Solo cabría llamar la atención por los que siendo heterosexuales, que son
mayoría, tienen un comportamiento social denigrante y nada tiene que ver con
una preferencia sexual diferente.
No tiene justificación la discriminación sexual,
sigue solo un camino donde se desvirtúa la naturaleza misma del ser humano.
Marginar solo por preferir sexualmente a alguien del mismo sexo, lo cual no
daña a nadie y sí proporciona placer y equilibrio emocional a quienes así lo
prefieren, no favorece a ninguna sociedad, ni ejerce presión alguna para un
intento de cambio en este sentido.
La oportunidad de hombres y mujeres
independientemente de su orientación sexual, de participar sin discriminación
alguna en los cambios sociales, en la construcción de una sociedad mejor, exenta
de miradas cuestionadoras, facilitaría un ambiente social más saludable. La
juventud constituye un sector que promueve nuevos valores, acepta el reto de lo
nuevo, están en mejores condiciones de promover la tolerancia y el respeto a lo
diferente.
Finalmente la identidad sexual es otra dimensión
de la diversidad en esta esfera, aquí se agrupan los travestis que son las
personas que sienten un deseo especial y permanente por vestirse con prendas
del otro sexo y los transexuales que son los que no se sienten identificados
con su sexo biológico y que desean ser reconocidos como representantes del otro
sexo, es decir, son incoherentes respecto a su sexo biológico y psicológico.
Sobre estas personas también recae cierto rechazo
social, por las mismas razones de intolerancia hacia los homosexuales. En este
tema hay mucho que esclarecer y debatir. Buscar información al respecto
ayudaría a encontrar el camino más adecuado para que todos y todas sientan que
están incluidos en la sociedad a la cual pertenecen, y que en ella pueden crear
y aportar todo lo que produzca bienestar a los demás y hacer posible un mundo
mejor.
(1) Homofobia. Rechazo a las
personas con orientación homosexual y bisexual.
Por Natividad Guerrero Borrego.
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