Años de prejuicios
contra los gais dejan una huella en su autoestima
"Esto es una película estadounidense de terror. Un
grupo de adolescentes se queda atrapado en una casa que ha sido escenario de
muertes inexplicables. De repente, la típica rubia se queda sola. Se oye un
ruido y ella pregunta en voz alta: ¿John, eres tú? Silencio.
¿Qué pasará?“ Lo pregunta Gabriel J. Martín, experto en gay affirmative
psychologyy psicólogo en el Instituto de Estudios de la Sexualidad y la
Pareja. “Todos mis pacientes me contestan: -Aparecerá el asesino y se la
cargará. ¡Bingo! Tenemos interiorizadísimo el guión y esto nos permite
saber qué pasará. Nuestros guiones mentales funcionan de la misma manera”, dice
Martín.
A veces, los guiones,
que nos permiten anticipar qué pasará en determinadas situaciones cotidianas, y
que afectan la manera en que actuamos, están distorsionados. Y son la razón que
lleva a muchos hombres gais a la consulta de Gabriel J. Martín: creer que ir
por la calle de la mano del novio atraerá todas las miradas; no querer darle un
beso en público por temor a recibir insultos, o pensar que los compañeros de
trabajo te mirarán mal si saben que te has ido de fin de semana romántico con
tu novio son guiones mentales que no siempre corresponden con la realidad, y
que afectan el comportamiento y la salud emocional y física.
“A que un homosexual tenga la creencia (distorsionada)
de que será menos valorado sólo por el hecho de ser homosexual se llama homofobia
interiorizada. Y, en tanto que afecta negativamente su vida y la
motivación e ilusión con la que afronta sus proyectos, se convierte en un
problema. Es muy común, de los temas que más trabajo en la consulta”, afirma.
Actualizar
el software
La homofobia interiorizada son siglos de incomprensión
y rechazo integrados al software mental, que hay que actualizar. La homofobia
interiorizada (la interiorización de los prejuicios homófobos en la mente de
una persona homosexual), según Martín, es una de esas cosas que se entienden
mejor explicando cómo funcionan que explicando qué son. “Quizás porque la
homofobia interiorizada -también se conoce como IH, a partir de las siglas de Internalized
Homophobia, en inglés-, hasta parece paradójico: ¿cómo es posible que un
homosexual sea homófobo? La verdad es que la situación es algo diferente: que
sufras homofobia interiorizada no quiere decir que seas homófobo, quiere decir
que años y años de oír prejuicios han dejado su huella en tu autoestima. “Como
una especie de ideas fosilizadas que todavía se esconden entre los rincones de
tu mente”, y que se traducen en sentimientos de vergüenza, angustia,
ansiedad o culpa.
Charletas de
pasillo
“La IH impide llegar el lunes al trabajo y disfrutar
de aquellas charlitas de pasillo: ¿Eh, Marc, como ha ido el fin de
semana? “Y tú, en vez de contestar «Precioso, fui de escapada
romántica con Oriol a la montaña», te sentirás interrogado, notarás como te
sube la adrenalina, y te perderás diciendo: Mmm... Yo... ahh... fui con
un amigo de excursión, ilustra el psicólogo -.
La IH hace que te avergüences de ser homosexual y, si
te avergüenzas de ello, no contarás cosas personales tuyas. Si no explicas
cosas personales, no podrás establecer lazos íntimos con los otros. Si no
estableces lazos íntimos con los otros, no podrás experimentar la sensación de
intimidad y acogimiento social. Y si no experimenta... ya sabes cómo te
sentirás: solo, completamente solo y aislado (y la soledad sí que es una
maldición). La ecuación es muy sencilla: si te da vergüenza hablar de
tu afectividad es porque tu autoestima no está bien. Y si tu autoestima va
mal... ¿cómo quieres sentirte? ¡Pues eso!, exclama el psicólogo.
Uno de los argumentos que más se esgrimen sobre
mantener la afectividad escondida es que los heterosexuales nunca deben hacer
saber su orientación sexual. “Es mentira -remacha Martín-, los heterosexuales
sí que se pasan el día diciendo que son heterosexuales. Cada vez que un hombre
dice «este fin de semana he estado con mi mujer y los niños en Besalú»,
está diciendo que es hétero. La cuestión no es que tengas la obligación de
decir que eres homosexual. La cuestión es que no tengas la obligación de
ocultar que eres homosexual. No se trata de decir, sino de no sentirse obligado
a abstenerse de hacerlo”.
La homofobia interiorizada, por otra parte, es más
fácil que se dé cuando la persona ha crecido en un entorno homófobo o poco
empático. En las familias en las que la homosexualidad es rechazada de forma
directa y evidente, el riesgo de que un hijo o hija homosexual se convierta en
un adulto con homofobia interiorizada es mucho más alto que en familias en las
que la homosexualidad es vista con respecto y empatía. En este sentido, ha
habido un cambio generacional importante. “Es más fácil que los homosexuales
de 35 años en adelante tengan mucha más IH que los homosexuales jóvenes, que
han crecido en un contexto indudablemente mucho más gay friendly”. A
veces, incluso naciendo en una familia conservadora, las nuevas generaciones
tienen menos problemas con la homofobia interiorizada. “Hoy en día un chico
gay, aunque haya nacido en una familia del Opus, ya tiene una cantidad enorme
de referentes sociales, que hacen que la afectación de la homofobia sea mucho
menos importante”.
El caso de las mujeres es diferente, ya que sufren una
doble discriminación -la de ser mujer (discriminación de género) y la de ser
homosexual-, aparte de tener mucha menos visibilidad. “La peor mentira es la
que no se cuestiona. De ello la homofobia interiorizada: de siglos de
incomprensión y rechazo almacenados en tus propios esquemas mentales y los que
fuiste más vulnerable cuando menos podías defenderte: cuando eras un niño”,
dice Martín.
Cómo romper
guiones
Para romper guiones, Martín propone a sus pacientes
varios ejercicios para deshacerse de la homofobia interiorizada, después de
haber analizado y detectado, claro, qué prejuicios tienen grabados en su
interior. “Se trata de actualizar el software mental”. Para
hacerlo, hay que exponerse y pasar a la práctica. “A uno de mis pacientes le
encargó llevar un libro de temática gay en el metro, algo que le daba mucha
vergüenza. Tenía que hacer un recorrido de 8 paradas leyendo el libro, y nadie le
dijo nada ni se fijó. Se dio cuenta de que el problema lo tenía él, y que sus
guiones mentales, lo que creía que pasaría, estaban equivocados”.
"¿Cuántos
guiones distorsionados tenemos sin ser conscientes? - se pregunta Martín -. El
de «si no me llama en dos días, quiere decir que no le intereso», el de
«si digo que soy gay, en el trabajo hablarán de mí cuando no sea o el de «si
hablo de mi novio, mi padre no soportará la incomodidad que le crear黓.
Según el psicólogo, damos por hecho que determinados antecedentes irán
seguidos de consecuencias destructivas, pero no de constructivas. “Contradecir
la probabilidad es el inicio del cambio”, concluye el psicólogo.
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