“Ver el mundo en blanco y negro nos aleja de la moderación y de la paz interior porque la vida, por donde se mira, está compuesta de matices.

Querer imponer al universo nuestra primitiva mentalidad binaria no deja de ser un acto de arrogancia y estupidez.”

Walter Riso.

domingo, 16 de junio de 2013

Christine Jorgensen: 60 años de la primera operación de cambio de sexo exitosa en la historia.


Este fin de semana se cumplieron 60 años de la primera operación exitosa de cambio de sexo en la historia: en 1952, Christine Jorgensen, nacida George, se convirtió en la primera transexual en presumir orgullosa su nueva condición.
Actualmente la transexualidad es, si no una norma, al menos algo que ya no suscita el escándalo con el que usualmente viene acompañada la novedad, sobre todo en asuntos sexuales y que, desde una perspectiva conservadora, atentan contra la pretendida “naturalidad” del cuerpo humano.
Sin embargo, en la década de los 50 del siglo XX, justo en pleno auge del american way of life, de la vida perfectamente diseñada y manufacturada, hubo un caso que significó la ruptura con esta fantasía delestablishment: la irrupción de la glamorosa Christine Jorgensen en el demi monde neoyorkino, ella que solo hasta hace unos meses, antes de que viajar a Dinamarca, había partido aún como George Jorgensen, un discreto y retraído hombre nacido veintisiete años antes en el Bronx.
La trascendencia de Christine se debió en buena medida al empeño con que cristalizó una de sus creencias más profundas, más irrenunciables: la certeza de que era una mujer que solo por un accidente funesto estaba atrapada en el cuerpo de un hombre.
De alguna manera eso fue lo verdaderamente importante de este caso, pues, contrario a lo que podría pensarse, George nunca se pensó como un homosexual. Si bien ya en su juventud se sentía atraído por los hombres, cuando uno de estos se le proponía, su reacción inmediata era el rechazo, incluso al grado de sentir cierto asco físico.
El joven encontró entonces su tabla de salvación un día en que, mientras se encontraba de servicio en el ejército estadounidense, hacia el final de la década de los 40, encontró por casualidad el artículo de un tal Christian Hamburger, médico danés que a la sazón se encontraba experimentando con la terapia hormonal de cambio de sexo en animales.
Esperanzado, Jorgensen buscó la forma de ponerse en contacto con el investigador, a pesar de las muchas opiniones contrarias que escuchaba, algunas tildándolo de loco. Sin embargo, para su sorpresa y tranquilidad, una vez que expuso su deseo a Hamburger, este no “sintió que hubiera nada de particularmente extraño en ello”, según dijo en alguna ocasión Christine.
Fue gracias al trato entre ambos que Hamburger acuñó el concepto de “transexual” para definir esta manifestación hasta entonces inédita de la sexualidad. Dejando de lado fantasías literarias como el Tiresias de la mitología griega, George después Christine Jorgensen era el primer caso real en el que una persona había experimentado en su vida pertenecer a los dos géneros de la especie humana.
Por supuesto, por tratarse de la primera operación de este tipo en la historia, la transición no fue fácil, y de hecho algunos historiadores y estudiosos de este tema han señalado los muchos perjuicios sufridos por Jorgensen como consecuencia del poco conocimiento científico y técnico que se tenía al respecto. El tratamiento con hormonas fue paralelo a uno psicológico con el que Christine sobrellevó su nueva condición. Incluso legalmente hubo algunos obstáculos, pues la legislación danesa tenía prohibidas las cirugías de castración en seres humanos, veto al final derogado a petición de Georg Sturup, el psicólogo de Christine.
Así, más de un año después de consumir hormonas, Jorgensen finalmente se sometió al bisturí que transformó de una vez y para siempre sus genitales, y con ellos su personalidad entera.
El 1 de diciembre de 1952, el New York Daily News anunció en primera plana el suceso: la primera operación de cambio de sexo exitosa en la historia (la primera, dicho con cierto humor negro, en no morir en el intento).
Con el tiempo, esta significancia histórica le valió a Jorgensen el paso a algunos círculos que quizá de otro modo nunca hubiera conocido directamente. Christine narró su experiencia lo mismo en foros de televisión que en foros universitarios, convirtiéndose en una celebridad y también en una suerte de símbolo de la liberación sexual más radical hasta entonces presenciada. Acaso, también, de la liberación absoluta, irreversible, la que quedó condensada en el aforismo kafkiano:
«A partir de un cierto punto ya no hay regreso posible. Este es el punto a alcanzar».
En zapp internet, Glen or Glenda, película de 1953 inspirada parcialmente en la historia de Christine, con las actuaciones de Bela Lugosi y Ed Wood, este último un travesti confeso.
[BBC]

martes, 11 de junio de 2013

LIBERTADES LAICAS SIGLO XXI.



Preámbulo:

Considerando la creciente diversidad religiosa y moral en el seno de las sociedades actuales y los desafíos que los Estados modernos encuentran para favorecer la convivencia armoniosa; considerando igualmente la necesidad de respetar la pluralidad de las convicciones religiosas, ateas, agnósticas, filosóficas y la obligación de favorecer, por diversos medios, la deliberación democrática pacífica; considerando, en fin, que la sensibilidad creciente de los individuos y de los pueblos hacia las libertades y los derechos fundamentales incita a los Estados a velar por el equilibrio entre los principios esenciales que favorecen el respeto de la diversidad y la integración de todos los ciudadanos a la esfera pública, nosotros, universitarios, académicos y ciudadanos de diferentes países, proponemos a la reflexión de cada uno y al debate público, la siguiente declaración: 

Principios fundamentales:

Artículo 1. Todos los seres humanos tienen derecho al respeto de su libertad de conciencia y de su práctica individual y colectiva. Este respeto implica la libertad de adherirse a una religión o a convicciones filosóficas (incluidos el ateísmo y el agnosticismo), el reconocimiento de la autonomía de la conciencia individual, de la libertad personal de los seres humanos y su libre elección en materia de religión y de convicción. Esto implica igualmente el respeto por parte del Estado, dentro de los límites de un orden público democrático y del respeto de los derechos, a la autonomía de las religiones y de las convicciones filosóficas. 

Artículo 2. Para que los Estados estén en condiciones de asegurar un trato a los seres humanos y a las diferentes religiones y convicciones (dentro de los límites indicados), el orden político debe tener la libertad para elaborar normas colectivas sin que alguna religión o convicción particular domine el poder y las instituciones públicas. La autonomía del Estado implica entonces la disociación entre la ley civil y las normas religiosas o filosóficas particulares. Las religiones y los grupos de convicción pueden participar libremente en los debates de la sociedad civil. Sin embargo, no deben de ninguna manera dominar esta sociedad e imponerle a priori doctrinas o comportamientos. 

Artículo 3. La igualdad no es solamente formal; debe traducirse en la práctica política en una vigilancia constante para que no sea ejercida alguna discriminación en contra de seres humanos en el ejercicio de sus derechos, particularmente de sus derechos ciudadanos cualquiera que sea su pertenencia o no pertenencia a una religión o a una filosofía. Para que sea respetada la libertad de pertenencia (o de no pertenencia) de cada uno, pueden hacerse necesarios acomodos razonables” entre las tradiciones nacionales surgidas de grupos mayoritarios y las de grupos minoritarios. 

La laicidad como principio fundamental del Estado de Derecho:

Artículo 4. Definimos la laicidad como la armonización, en diversas coyunturas socio-históricas y geopolíticas, de los tres principios ya indicados: respeto a la libertad de conciencia y de su práctica individual y colectiva; autonomía de lo político y de la sociedad civil frente a las normas religiosas y filosóficas particulares; no discriminación directa o indirecta hacia seres humanos.

Artículo 5. Un proceso de laicización emerge cuando el Estado ya no está legitimado por una religión o por una corriente de pensamiento particular y cuando el conjunto de los ciudadanos puede deliberar pacíficamente, en igualdad de derechos y de dignidad, para ejercer su soberanía en el ejercicio del poder político. Respetando los principios indicados, este proceso se lleva a cabo en relación estrecha con la formación de todo Estado moderno que pretende asegurar los derechos fundamentales de cada ciudadano. Elementos de laicidad aparecen entonces necesariamente en toda sociedad que quiere armonizar relaciones sociales marcadas por intereses y concepciones morales o religiosas plurales. 

Artículo 6. La laicidad, así concebida, constituye un elemento clave de la vida democrática. 
Impregna inevitable-mente lo político y lo jurídico, acompañando de esa manera el avance de la democracia, el reconocimiento de los derechos fundamentales y la aceptación social y política del pluralismo. 

Artículo 7. La laicidad no es el patrimonio exclusivo de una cultura, una nación o un continente. 
Puede existir en coyunturas donde el término no ha sido tradicionalmente utilizado. Procesos de laicización han tenido lugar, o pueden tener lugar, en diversas culturas y civilizaciones, sin ser forzosamente denominados como tales. 

Debates de la laicidad:

Artículo 8. La organización pública del calendario, las ceremonias fúnebres oficiales, la existencia de “santuarios cívicos” ligados a formas de religión civil, y de manera general el equilibrio entre lo que ha surgido de la herencia histórica y lo que se atribuye al pluralismo actual en materia de religión y de convicción en una sociedad dada, no pueden considerarse resueltos de manera definitiva y arrojarse al terreno de lo inimaginable. Esto constituye, por el contrario, lo central de un debate laico pacífico y democrático. 

Artículo 9. El respeto concreto a la libertad de conciencia y a la no discriminación, así como la autonomía de lo político y de la sociedad frente a normas particulares, deben aplicarse a los necesarios debates que conciernen a las cuestiones relacionadas con el cuerpo y la sexualidad, la enfermedad y la muerte, la emancipación de las mujeres, la educación de los niños, los matrimonios mixtos, la condición de los adeptos de minorías religiosas o no religiosas, los “no creyentes” y aquellos que critican la religión. 

Artículo 10. El equilibrio entre los tres principios constitutivos de la laicidad constituyen igualmente un hilo conductor para los debates democráticos sobre el libre ejercicio de culto, la libertad de expresión, de manifestación de convicciones religiosas y filosóficas, el proselitismo y sus límites por respeto al otro, así como las interferencias y las distinciones necesarias entre los diversos campos de la vida social, las obligaciones y los acomodos razonables en la vida escolar o profesional. 

La laicidad y los desafíos del siglo XXI:

Artículo 11. Los debates en torno a estas diferentes cuestiones ponen en juego la 
representación de la identidad nacional, las reglas de salud pública, los conflictos posibles entre la ley civil, las representaciones morales particulares y la libertad de decisión individual, en el marco del principio de compatibilidad de las libertades. En ningún país y en ninguna sociedad existe la laicidad absoluta; tampoco las diversas soluciones disponibles en materia de laicidad son equivalentes. 


Artículo 12. La representación de los derechos fundamentales ha evolucionado mucho desde las primeras proclamaciones de derechos (finales del siglo XVIII). La significación concreta de la igual dignidad de los seres humanos y de la igualdad de derechos está en juego en las soluciones propuestas. El marco estatal de la laicidad se enfrenta hoy a problemas provenientes de estatutos específicos y de derecho común, de divergencias entre la ley civil y ciertas normas religiosas y de , de la compatibilidad entre los derechos de los padres y aquello que las convenciones internacionales consideran como derechos del niño, así como del derecho a la “blasfemia” o la libertad de expresión. 

Artículo 13. En diversos países democráticos, para numerosos ciudadanos el proceso histórico de laicización parece haber llegado a una especificidad nacional, cuyo cuestionamiento suscita temores. Y entre más largo y conflictivo ha sido el proceso de laicización, en mayor medida se manifiesta el miedo al cambio. No obstante, en la sociedad tienen lugar profundas mutaciones y la laicidad no podría ser rígida e inmóvil. Es necesario por lo tanto evitar crispaciones y fobias, para saber encontrar respuestas nuevas a los nuevos desafíos. 

Artículo 14. Allí donde han tenido lugar, los procesos de laicización han correspondido históricamente a una época en la cual las grandes tradiciones religiosas dominaban los sistemas sociales. El éxito de dichos procesos ha engendrado una cierta individualización de lo religioso y de lo concerniente a las convicciones, lo cual se transforma en una dimensión de la libertad de decisión personal. Contrariamente a lo que se teme en ciertas sociedades, la laicidad no significa la abolición de la religión sino la libertad de decisión en materia de religión. Esto implica hoy todavía, allí donde es necesario, desconectar lo religioso de lo que se da por sentado en la sociedad y de toda imposición política. Sin embargo, quien habla de libertad de decisión se refiere igualmente a la libre posibilidad de una autenticidad religiosa o de convicción. 

Artículo 15. Las religiones y convicciones filosóficas constituyen entonces socialmente lugares de recursos culturales. La laicidad del siglo XXI debe permitir articular diversidad cultural y unidad del vínculo político y social, de la misma manera que las laicidades históricas tuvieron que aprender a conciliar las diversidades religiosas y la unidad de este vínculo. Es a partir de este contexto global que es necesario analizar el surgimiento de nuevas formas de religiosidad, así se trate de combinaciones entre tradiciones religiosas, de mezclas entre lo religioso y lo que no lo es, de nuevas expresiones espirituales, pero también de formas diversas de radicalismos religiosos. Es igualmente en el contexto de la individualización que se debe comprender por qué es difícil reducir lo religioso al sólo ejercicio del culto, y por qué la laicidad como marco general de la armoniosa es más que nunca deseable. 

Artículo 16. La creencia en que el progreso científico y técnico podía engendrar progreso moral y social se encuentra actualmente en declive; esto contribuye a volver el futuro más incierto, a hacer su proyección más difícil y a hacer menos legibles los debates políticos y sociales. Después de las ilusiones del progreso se corre el riesgo de privilegiar unilateralmente los particularismos culturales. 

Esta situación nos incita a ser más creativos, en el marco de la laicidad, para inventar nuevas formas del vínculo político y social capaces de asumir esta coyuntura inédita y de encontrar nuevas relaciones con la historia que construimos en conjunto. 

Artículo 17. Los diferentes procesos de laicización han correspondido a los distintos desarrollos de los Estados. Las laicidades, por otra parte, han tomado formas diversas según el Estado fuese centralista o federal. La construcción de grandes conjuntos supra estatales y el relativo pero real desprendimiento de lo jurídico respecto a lo estatal generan una nueva situación. El Estado, sin embargo, se encuentra quizás más en una fase de mutación que de verdadero declive. 

Tendencialmente, actúa menos en la esfera del mercado y pierde, por lo menos de manera parcial, el papel de Estado Benefactor que ha tenido en mayor o menor medida en muchos países. En cambio, interviene en esferas hasta ahora consideradas como privadas, léase íntimas, y responde quizás todavía más que en el pasado a demandas sobre seguridad, algunas de las cuales pueden amenazar las libertades. Necesitamos por lo tanto inventar nuevos vínculos entre la laicidad y la justicia social, así como entre la garantía y la ampliación de las libertades individuales y las colectivas. 

Artículo 18. Al mismo tiempo que se vigila que la laicidad no tome en este nuevo contexto aspectos de religión civil o se sacralice de alguna forma, el aprendizaje de sus principios inherentes puede contribuir a una cultura de paz civil. Esto exige que la laicidad no sea concebida como una ideología anticlerical o como un pensamiento intangible. Por lo demás, en contextos donde la pluralidad de concepciones del mundo se presenta como una amenaza, ésta debe aparecer más bien como una verdadera riqueza. La respuesta democrática a los principales desafíos del siglo XXI llegará a través de una concepción laica, dinámica e inventiva. Esto le permitirá a la laicidad mostrarse realmente como un principio fundamental de convivencia.

Red iberoamericana por las libertades laicas

viernes, 7 de junio de 2013

CLAI. CONSULTA CONTINENTAL: “LAS IGLESIAS Y LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS”.



VI ASAMBLEA GENERAL DEL CONSEJO LATINOAMERICANO DE IGLESIAS
“Afirmando un ecumenismo de gestos concretos”

CONSULTA CONTINENTAL 
“LAS IGLESIAS Y LOS DERECHOS SEXUALES Y REPRODUCTIVOS”.
22 días del mes de mayo de 2013.


Consenso de La Habana

Nosotros y nosotras, representantes de Iglesias y organismos ecuménicos, miembros plenos, fraternales y asociados que componen el Consejo Latinoamericano de Iglesias e invitados especiales, instituciones cooperantes, Centros de Educación Teológica, y otros organismos ecuménicos participamos de la Consulta Continental ¨Las Iglesias y los Derechos Sexuales y Reproductivos”, en la ciudad de La Habana - Cuba los días 21 y 22 de mayo del año 2013, en ocasión de la VI Asamblea General del CLAI:

• Representamos la diversidad de nuestro continente que incluye hombres y mujeres, jóvenes, indígenas y afro-descendientes, y pertenecientes a diferentes sectores de la ciudadanía, y formando parte de la sociedad civil organizada en los países de nuestra región;

• Tenemos desde el marco de una fe comprometida, un rol de agentes generadores de cambio a nivel comunitario, nacional, regional y global, salvaguardando la dignidad y los derechos humanos de todas las personas; procuramos incidir desde nuestro accionar en el mejoramiento de su calidad de vida.

• Durante el año 2012, propiciamos veinte consultas nacionales y cuatro consultas subregionales, en las que participaron líderes de diferentes instancias y organizaciones no eclesiales de la sociedad civil, de los respectivos Estados y de Naciones Unidas. En las consultas se facilitó un riquísimo espacio de reflexión y análisis desde una perspectiva bíblico-teológica, de salud pública y antropológica, sobre los derechos sexuales y reproductivos, contenidos en los temas de la Agenda de Cairo; así como temas de discriminación y racismo, pobreza, educación, movimientos sociales y protección del medio ambiente.

• Este proceso implicó intensos análisis y debates que se plasmaron en una serie de pronunciamientos, desafíos y propuestas concretas de acción conducentes a promover el ejercicio pleno de los derechos humanos y una cultura de paz y justicia. Consideramos que estamos con esto caminando en plena consonancia con la voluntad divina que busca una vida digna y abundante para todas sus hijas e hijos. De hecho cada ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1:26) y llamado a una vida plena, digna y abundante, sobre todo para las poblaciones en situación de vulnerabilidad y excluidas.

• Consideramos que el tratamiento de las temáticas de Salud Sexual y Reproductiva debe ser asumido desde el marco de los derechos humanos y estar garantizados por los Estados-pero bajo el principio de la laicidad- , en particular la prevención de la violencia de género y la violencia sexual; la maternidad; la educación de la sexualidad, la prevención y atención de las personas con VIH-SIDA, y el respeto del cuerpo; la planificación de la familia; asuntos que son necesarios y pertinentes para una verdadera transformación de nuestras sociedades. 

• Después de un intenso trabajo investigativo, hoy, contamos con instrumentos que facilitan este proceso, resumido en la Guía de Capacitación “Las Iglesias y los Derechos Sexuales y Reproductivos”, para Comunidades de Fe, Organizaciones Ecuménicas y Redes de Organizaciones de la Sociedad Civil.
Considerando también que:

• Según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 2012) América Latina y El caribe es la región más desigual del mundo que cuenta con más de 167 millones de personas viviendo en pobreza y alrededor de 66 millones viviendo en extrema pobreza,lo que significa que aproximadamente uno de cada tres latinoamericanos es pobre y uno de cada ocho se encuentra en pobreza extrema.

• América Latina y el Caribe con 148 millones de jóvenes entre 15 y 29 años de edad, tiene el mayor número de jóvenes en la historia de la región. Estopresenta desafíos inmediatos y amerita respuestas urgentes ya que actualmente uno de cada doce jóvenes entre 15 y 24 años de edad no ha finalizado la enseñanza primaria y carece de competencias para encontrar trabajo; y cerca de un tercio de los jóvenes viven en pobreza. 

• La mortalidad materna sigue siendo un tema de alta preocupación en la región, a pesar de que ha experimentado un descenso (la tasa promedio es de 85 muertes maternas por 100.000 nacidos vivos); la disparidad entre países es muy importante. Uruguay reporto en el 2012 una tasa de mortalidad materna de 6,4 muertes materna por 100.000 nacidos vivos y Guatemala 158,2 muertes maternas por 100.000 nacidos vivos. En el Caribe inglés, en Guyana la tase es de 280 muertes materna por cada por 100.000 nacidos vivos. En contraste Haití, representa la tasa más alta de la región, 350 muertes maternas por 100.000 nacidos vivos. Alrededor del 95% de la mortalidad materna registrada en América Latina y el Caribe pueden evitarse.

• La violencia sexual contra las niñas y adolescentes, en su mayoría es perpetrada por parientes; padres, tíos o amigos cercanos, hombres que deberían darles, amor y protección. El embarazo adolescente en la región tiene la segunda tasa más alta del l mundo -luego de África- y se estima que un 38% de las mujeres embarazadas son menores de 20 años. - La violencia contra las mujeres tiene también una gran relevancia en la región. Las mujeres unidas o casadas han experimentado violencia física y sexual por parte de sus esposos o compañeros; los femicidios crecen a un ritmo mayor que el homicidio y la mayoría de estos ocurren en el ámbito doméstico.

• Existen entre 600 y 800 mil personas, entre población infantil, jóvenes, y mujeres pertenecientes a los países de la región, que son víctimas de trata y tráfico, por las fronteras cada año, a través de las redes de trata y tráfico con fines de explotación sexual y otros.

• El panorama actual en torno a la respuesta al VIH y al SIDA, esconde profundas desigualdades al interior y entre los países y persiste en materia de prevención y que tiende a afectar a la población joven y femenina mayormente.

• El creciente protagonismo de los pueblos indígenas y las poblaciones afro-descendientes devela las marcadas inequidades en términos de acceso a oportunidades, ejercicio de derechos y reconocimiento político y cultural, así como todo tipo de estigma y discriminación.

• La migración internacional y los desplazamientos internos se han incrementado, yvan paralelos a un clima desfavorable y xenofóbico por lo cual uno de los mayores desafíos incluyen la necesidad de proteger los derechos de las personas migrantes en particular de las mujeres, las jóvenes y las niñas.

• Cerca del 10% de la poblaciónde América Latina y el Caribe tiene algún grado de discapacidad, que afecta aproximadamente a 85 millones de personas. Es frecuente escuchar historias de esterilización, abortos forzados y otras privativas de la libertad de opción para estas poblaciones, incluidos los aspectos de la salud sexual y reproductiva y su sexualidad.

Frente a estas realidades, que como Iglesias e instituciones presentes en esta Consulta Continental nos duele, lastima e interpela a actuar, afirmamos que:

• Como cristianos y cristianas, y ciudadanos y ciudadanas, estamos llamados a comprometernos a en nuestras sociedades de manera responsable dejándonos interpelar por la realidad anteriormente descripta y por los relatos de las Sagradas Escrituras. Creemos en un Dios que no solamente ha creado la vida, sino que también la quiere en plenitud, dignidad y libre todo tipo de violencia.

• En todos los ámbitos de de la educación y de la formación de liderazgo de nuestras iglesias, llevaremos una propuesta concreta de acción sobre los derechos y la salud sexual y reproductiva desde una perspectiva de respeto, que asegure que…”Los niños y niñas no mueran de pocos días y (…) las mujeres no den a luz para maldición… (Isaías 65:20-23), y que las personas, especialmente las más excluidas, tengan vida en abundancia.

• Continuaremos trabajando en la promoción y defensa de los derechos humanos y particularmente de los derechos sexuales y reproductivos; desde una perspectiva teológica, pastoral y social, en las iglesias, organizaciones ecuménicas, y Organizaciones de la Sociedad Civil de América Latina y el Caribe.

• Seremos comunidades inclusivas que acompañan pastoralmente a quienes sufren y son lastimadas por la violencia, la intolerancia y la falta de justicia recibiéndonos unos a otros como Cristo también nos recibió (Romanos 15:7)
También manifestamos nuestro compromiso de:

• Difundir e implementar en nuestras iglesias y sus comunidades los temas de los Derechos Sexuales y Reproductivos contenidos en la Agenda de Cairo, encaminados a educar e informar, así como hacer incidencia desde nuestra voz profética, para que mediante políticas públicas se contribuya al acceso universal a la Salud Sexual y Reproductiva.

• Garantizar la plena participación de las y los jóvenes como líderes en nuestras comunidades de fe, estando a la vanguardia del desarrollo, apoyando políticas públicas y promoviendo sus derechos y necesidades en todas las esferas de la vida, incluida la Salud Sexual y Reproductiva, la diversidad sexual, la afectividad y educación de la sexualidad y acceso a servicios apropiados de salud. 

• Fomentar en las Iglesias, familias y la sociedad en general, la construcción de ambientes y espacios formativos sobre las nuevas masculinidades y de respeto hacia las mujeres y jóvenes, para disminuir el impacto que tiene sobre ellas la violencia generalizada, la violencia basada en género y la violencia sexual.

• Apoyar políticas públicas y programas encaminados a suprimir las brechas que persisten entre los géneros, especialmente las situaciones que fomentan una mayor vulnerabilidad de la mujer.

• Trabajar en favor de la promoción de los derechos humanos y de la erradicación de toda discriminación, en particular hacia las mujeres, adultos mayores, el medio ambiente, las poblaciones indígenas y afro descendientes, personas inmigrantes, personas Lesbianas, Gay, Transexual, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI) personas con discapacidad y el respeto a la diversidad.
“Contribuir a un mundo donde cada embarazo sea deseado… cada parto sea sin riesgos… y cada persona joven alcance su pleno desarrollo”
Sometido,acordadoy aprobado en sesión plenaria en la ciudad de La Habana en el marco de la Consulta Continental “Las Iglesias y los Derechos Sexuales y Reproductivos”, a los 22 días del mes de mayo de 2013.

sábado, 1 de junio de 2013

COMIENZA EL MES DE LA DIGNIDAD LGBTI EN VENEZUELA.


El Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual, transexual, intersexual), también conocido como Día del Orgullo Gay o simplemente Orgullo Gay (en inglés, gay pride), es una serie de eventos que cada año los colectivos LGTBI celebran de forma pública para instar por la tolerancia y la igualdad de los lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales. 

Tal fiesta tiene lugar el 28 de junio, habiendo celebraciones en torno a ese día, siendo común desplazarlas al primer sábado anterior o posterior al 28 de junio, fecha en que se conmemoran los disturbios de Stonewall (Nueva York, EE. UU.) De 1969, que marcan el inicio del movimiento de liberación homosexual.

En algunos países la fecha original puede cambiar en caso de coincidencia con otros eventos locales de importancia (eventos masivos o elecciones políticas) o bien conmemorar otras efemérides locales de acontecimientos trascendentes para los homosexuales.

La noción básica del «orgullo LGTBI consiste en que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, cualquiera sea su sexo, orientación sexual o identidad sexual. 

El término escogido («orgullo»), tiene probablemente más sentido, desde un punto de vista filológico, en inglés que en español. 

En efecto, la idea que parece transmitir este concepto es más bien la de una dignidad intrínseca de cada ser humano, que no debe verse afectada por su conducta ni orientación sexuales. 

En tal sentido, la traducción más correcta debería ser dignidad LGTBI.

El aborto la política y las Iglesias.



Situarme ideológicamente en este tema me costó años de querer entenderlo en profundidad y me costo reflexionar muchos los tópicos y los enormes prejuicios que le rodean. 

Solemos prejuzgar este duro y controvertido asunto desde unas coordenadas supuestamente morales que nos llevan, en muchos casos, como en tantas otras cosas, a considerar el árbol y negar la existencia del bosque. El asunto es mucho más complejo y más profundo que el rechazo inicial que suele producir en personas que dan los tópicos por buenos, rechazando entrar en el problema de fondo.

Y el problema de fondo es la vida, la vida humana, no sólo en forma de cigoto, sino también en forma de seres humanos que viven sin recursos, sin educación, sin atención, y muchos de ellos en la marginalidad y en la miseria. ¿Se ocupan de esas vidas los que se echan a la calle a defender a capa y espada a los cigotos? ¿Se preocupan de ofrecer educación afectiva y sexual a los/as jóvenes para evitar esas trágicas situaciones? ¿Enseñan a las mujeres a tener autoestima y dignidad? ¿Ofrecen la posibilidad de una vida digna a esas criaturas que nacen de embarazos no deseados? La respuesta es no.

Y precisamente porque se trata de la vida, nada más y nada menos que de la vida, es necesario profundizar en el problema y no dedicarse a repetir como loros los eslóganes que vierten los que dicen, sólo dicen, preocuparse tanto por ella. El aborto es un problema sanitario, humano y social. Y es una verdadera tragedia para muchas mujeres, de toda extracción social y condición. Y es una tragedia para esas mujeres porque hacen una durísima elección en su vida personal, elección motivada por diversos factores en su contra, como la pobreza, la falta de recursos, el rechazo familiar o social, el miedo, la indefensión o la miseria, la enfermedad, la incapacidad o el abuso sexual…

La moralina católica condena de plano y sin miramientos la interrupción voluntaria del embarazo desde el momento mismísimo de la fecundación, pero, a su vez, promueve la desinformación sexual y prohíbe el uso de los anticonceptivos, dos de los grandes motivos que llevan a las mujeres a embarazos no deseados y a la decisión de abortar. Defienden a ultranza la vida de una célula fecundada, e ignoran la vida de la mujer que la porta. Por otra parte, esa misma retrógrada moral, a través de una visión del mundo rígida, intolerante e inhumana, ha incentivado per secula seculorum el desprecio a las madres solteras, inyectando en vena a las mujeres el miedo a la maternidad fuera de sus cuadriculados preceptos, a saber, la sacrosanta familia cristiana. Es decir, crean la enfermedad y condenan a los que caen en ella; obteniendo, además, jugosos créditos de la indefensión que alientan. Y es que, para algunos, la infancia desvalida es un perfecto escaparate y un suculento negocio.

Las mujeres abortan con o sin regulación legal. Con regulación legal y asistencia médica mueren menos mujeres, sin ella mueren muchas más, desatendidas y en la clandestinidad. Efectivamente, la vida humana está en juego, no sólo la de los cigotos de las primeras catorce semanas de gestación (que es la única que parece preocupar a los/as políticos/as y al clero).

En Venezuela no tenemos una Ley del Aborto, equiparable a las de algunos países del mundo de mayor tradición democrática. Mientras algunos y algunas políticos/as se preocupan por sus propios intereses en general, legislar en cuanto al Aborto se adecúa a los intereses y a la ideología de la Iglesia católica; e implica un cambio hacia atrás que inhibirá a la mujer de su derecho de decisión y la dejará absolutamente indefensa ante un problema tan grave de salud pública y de salud humana y social.

Actualmente el aborto en Venezuela es ilegal salvo en casos de amenaza a la vida o salud de la mujer. 

La pena para una mujer que tiene un aborto es de 6 meses a dos años de prisión y la pena por un médico u otra persona que realiza el procedimiento es de uno a tres años. 

Se pueden imponer penas más duras si la mujer embarazada muere como resultado del procedimiento. ¿Y alguien se imagina peor tortura para una madre que tener un hijo con discapacidad y que el Estado le niegue cualquier terapia, o centro asistencial, o recurso técnico o cualquier ayuda específica para que su hijo pueda sobrevivir con dignidad? Así están las cosas en este país. 

Los que nos gobiernan defienden los derechos de los no nacidos, para una vez nacidos, arrebatarles todos los derechos.
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Religión, Homosexualidad y Activismo

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