“Ver el mundo en blanco y negro nos aleja de la moderación y de la paz interior porque la vida, por donde se mira, está compuesta de matices.

Querer imponer al universo nuestra primitiva mentalidad binaria no deja de ser un acto de arrogancia y estupidez.”

Walter Riso.

sábado, 1 de noviembre de 2014

¿La Iglesia cambia de tono frente a los gays?




Obispos reconocen la necesidad de modificar el lenguaje

                      "Sé de personas que han abandonado la Iglesia por esas palabras".


Los grupos defensores de los homosexuales celebran con cautela el cambio de tono mostrado por la Iglesia Católica hacia los gays, alentado por el famoso "¿quién soy yo para juzgar?" pronunciado el año pasado por el papa Francisco y que se ha ido permeando hasta los obispos que debaten temas de familia durante un encuentro esta semana en el Vaticano.
No se habla de que la doctrina eclesiástica sobre la homosexualidad cambiará o de que el Vaticano vaya pronto a apoyar los matrimonios gay, o siquiera las uniones entre parejas del mismo sexo, como lo dejó bien claro esta semana el principal defensor canónico del Vaticano. Sin embargo, por primera vez, en este encuentro se están hablando temas como la homosexualidad y de cómo proveer un mejor cuidado espiritual a los homosexuales católicos. Día tras día, los obispos han hablado de la necesidad de cambiar el lenguaje de la iglesia sobre los gays de palabras de condena moral y juicio, a palabras de bienvenida y respeto.
"Creo que lo que estamos viendo es una ruptura en el hielo que habíamos estado esperando desde hace mucho tiempo", declaró Francis De Bernardo, director general de New Ways Ministry (Nuevas Formas de Ministerio), un grupo de gays católicos. "Es la señal de un primer paso".
La enseñanza religiosa establece que los actos homosexuales están "intrínsecamente fuera del orden", son una "depravación seria" y la homosexualidad está "objetivamente fuera de orden". Al mismo tiempo, dice que los gays deben ser tratados con respeto y compasión y no sufrir discriminación.
"Sé de decenas de personas que han abandonado la iglesia católica por estas palabras", señala DeBernardo.
El papa emérito Benedicto XVI redactó algunos de los documentos clave del Vaticano sobre los homosexuales cuando encabezaba la oficina responsable de custodiar la doctrina de la fe. En 1986, en una carta dirigida a los obispos, señala que cualquier programa religioso debe señalar claramente "que la actividad homosexualidad es inmoral". En 2003 publicó documentos donde se opone a las uniones homosexuales.
Por su parte, el cardenal Francesco Coccopalmerio, principal defensor del canon católico, dijo el jueves que la iglesia "nunca" aceptará el matrimonio homosexual ni bendecirá una unión gay.
Sin embargo, a pesar de la férrea oposición, no hay duda de que ha habido un cambio de tono. (RD/Agencias)


“La homosexualidad no es nada de lo cual avergonzarse”: Freud a una madre preocupada.


EN 1935, SIGMUND FREUD RESPONDIÓ POR CARTA A UNA MADRE PREOCUPADA POR LA SUPUESTA HOMOSEXUALIDAD DE SU HIJO; EL ESCRITO ES UNA LÚCIDA DEFENSA DEL AMOR FUERA DEL DOMINIO DE LA MORALIDAD, Y DEL PSICOANÁLISIS COMO UN MÉTODO PARA CONSEGUIR ESTO MISMO.

Una de las grandes cualidades del psicoanálisis es la posibilidad de considerar un asunto fuera del dominio de la moralidad. En eso se distingue de muchas prácticas, lo mismo científicas como la medicina, que religiosas como el rito de la confesión del catolicismo. El psicoanalista escucha sin juzgar, habla sin pontificar y ni siquiera aconsejando; en pocas palabras, se mantiene al margen. Esta posición, llegado el caso, resulta liberadora, pues permite al sujeto de análisis narrar su vida así, libremente, sin que haya alguien (a excepción de sí mismo) dispuesto a aprobar o desaprobar desde un punto de vista moral sus palabras o las acciones que estas significan.
De ahí, por ejemplo, que desde el psicoanálisis pueda hablarse de una perversión pero no con una “valoración moral”. Así lo hace Freud, entre otros lugares de su obra, en su Presentación autobiográfica, un texto de notable valor introductorio para quien desee comenzar a conocer esta disciplina. Ahí la perversión se entiende como el curso natural del desarrollo libidinal, el cual deja el origen genital para buscar el placer en otros lugares. Eso, en términos muy generales, es una perversión, de donde se desprende que en realidad todos somos perversos, comenzando por los niños, esos “perversos polimorfos”. ¿Por qué? Porque culturalmente (en una noción amplia de cultura, también como recurso evolutivo) se nos lleva a sacar el placer de la genitalidad para ponerlo en otra cosa, un proceso no del todo volitivo ni mucho menos consciente que transita por muchas etapas, algunas más placenteras que otras, lo cual a su vez termina determinando nuestra elección de objeto. En el caso de la homosexualidad, Freud la entendió como una especie de etapa de esta carrera, por lo cual pudo asegurar que en toda persona, en cierto momento, “se puede pesquisar […] un fragmento de elección homosexual de objeto”.
Con este preámbulo compartimos ahora una carta escrita en 1935. Se trata de una respuesta a una madre preocupada por la supuesta homosexualidad de su hijo y, aun así, incapaz de nombrarla como tal.
La carta puede tomarse como una defensa de la homosexualidad frente a la represión moral que, en casi todos los momentos de la época moderna, se ha ejercido sobre las personas que se identifican sexualmente de esa manera.
Sin embargo, es posible que su argumento más interesante sea otro: el del papel del psicoanálisis frente a esta elección de objeto. Freud es sincero, casi duramente sincero, y dice no poder prometer nada a la señora, al menos no en cuanto la petición de esta de “arreglar” a su hijo. Pero, a cambio, habla de algo mucho más sensible y trascendente: armonía y paz para sí mismo. Freud adivina que el hombre se encuentra atormentado e inhibido, destrozado incluso, y la alternativa que ofrece es terminar con ese sufrimiento. En este sentido, confirma una de las nociones menos conocidas sobre el psicoanálisis: que este es, por encima de todo, una disciplina y un método para aprender a amar.

9 de abril de 1935
Estimada Sra. [borrado]:
Por su carta colijo que su hijo es homosexual. Me asombra el hecho de que usted misma no lo mencionara con ese término en su carta sobre él. ¿Puede preguntarle por qué lo evitó? Es cierto que la homosexualidad no es ninguna ventaja, pero tampoco es algo de lo cual avergonzarse; no es un vicio ni una degradación; tampoco se puede clasificar como una enfermedad. Nosotros la consideramos una variación de la función sexual, provocada por cierto freno en el desarrollo sexual. Muchos individuos altamente respetables del pasado y el presente han sido homosexuales, entre ellos muchos grandes hombres (Platón, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, etc.). Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si se tratase de un crimen, incluso es una crueldad. Si usted no me cree, lea los libros de Havelock Ellis.
Al preguntarme si puedo ayudar, usted quiere decir, supongo, si puedo revocar la homosexualidad y hacer que la normalidad heterosexual tome su lugar. La respuesta es que, en un sentido general, no podemos prometer conseguirlo. En algunos casos logramos que se desarrollen las semillas embotadas de las tendencias heterosexuales, que están presentes en todo homosexual; pero en la mayoría de los casos esto no es posible. Se trata de una cuestión de la calidad y la edad del individuo. El resultado del tratamiento es imprevisible.
Lo que el análisis puede hacer por su hijo corre sobre una vía distinta. Si él es infeliz, neurótico, si se encuentra destrozado por sus conflictos, si su vida social está inhibida, el análisis quizá le brinde armonía, paz de mente, eficiencia plena, sea que se mantenga homosexual o cambie. Si usted decide que él debe analizarse conmigo —pero no espero que usted piense eso—, su hijo tiene que venir a Viena. No tengo ninguna intención de salir de aquí. Sea lo que fuere, no deje de responderme.
Sinceramente suyo, con los mejores deseos,
Freud
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Religión, Homosexualidad y Activismo

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