Para el libro judío de la Santidad (Levítico), se
trata de una “abominación”: “Si un hombre se acuesta con un varón como se
acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia.
Qué piensan las
religiones de la homosexualidad? ¿Acaso es el cristianismo la única religión
poco favorable a esta orientación afectiva? La antigüedad griega y latina tenía
amplia tolerancia para con la homosexualidad, pero, ¿qué opinan las escrituras
judías, cristianas y musulmanas? Pues, la cosecha no es alentadora para los
homosexuales. La discriminación para con ellos es brutal.
Para el libro judío de la
Santidad (Levítico), se trata de una “abominación”: “Si un hombre se acuesta
con un varón como se acuesta con una mujer, ambos han cometido una infamia; los
dos morirán y serán ellos mismos responsables de su muerte”. La interpretación
dada por la Mishná, en el judaísmo ulterior, no dice otra cosa.
En cuanto a los teólogos
cristianos de los primeros siglos, tienen la misma severidad, pues la
homosexualidad sigue siendo “un insulto a Dios”: conclusión de Tomás de Aquino
en el siglo XIII.
Por eso, con el advenimiento de
los emperadores cristianos de los siglos V y VI, en especial Teodosio y
Justiniano, vuelve la amenaza de muerte: los homosexuales han hecho un pacto
con el diablo, y son responsables de las catástrofes naturales y las epidemias
de peste. Deben pagar con su vida.
Es de notar que este mismo
argumento se levantaba contra todos los cristianos, en tiempos del imperio
romano no convertido, con la misma conclusión mortal: acabar con ellos.
Y finalmente, el Corán, en
varios pasajes cortos, reprueba severamente tal práctica “contra natura”. Hoy
todavía, los países islámicos condenan a los homosexuales a juicios que van de
la cárcel a la horca, según los países, pasando por el castigo de 100
bastonazos.
Excepcional: hay en París una
mezquita especialmente abierta a la frecuentación de los homosexuales… En
cuanto a las demás religiones asiáticas, sin ser muy tolerantes, son
generalmente menos severas.
¿Cómo
extrañarse? Esta violenta discriminación sigue siendo una de las causas
principales de las tentativas de suicidio de parte de los gays menores de 20
años: el peso de los juicios humanos y supuestamente divinos es recibido como
exclusión, como si fuera por parte de Dios mismo, cualquiera sea su nombre.
Y
ni hablar, en este corto espacio, de los debates álgidos a propósito del
matrimonio de las parejas homo, de la posibilidad de su derecho a la adopción,
y de otros problemas de bioética.
Se
trata ciertamente de problemas cruciales, imposibles de evitar, pero que
tampoco pueden solucionarse con argumentos simplistas como “esto nunca se ha
hecho”, ni su contrario: “¡Es el destino ineluctable del mundo!”. Cualquier
evolución debe evaluarse a la medida del ser humano: de lo que conviene al
individuo como a la sociedad.
En cuanto a la interpretación
severa y secular de las grandes religiones, es indudable que plantea un
problema de interpretación a todos los teólogos y moralistas. ¿Será cierto que
las leyes de las Iglesias son el reflejo de una misma severidad divina?
Y si no es el caso, ¿acaso no
introduce un importante elemento de cuestionamiento a la interpretación de las
autoridades religiosas? Las religiones no tienen necesariamente el punto de
vista de Dios.