“Ver el mundo en blanco y negro nos aleja de la moderación y de la paz interior porque la vida, por donde se mira, está compuesta de matices.

Querer imponer al universo nuestra primitiva mentalidad binaria no deja de ser un acto de arrogancia y estupidez.”

Walter Riso.

lunes, 11 de octubre de 2010

EL PECADO.


Durante siglos las Iglesias tradicionalistas han usado el concepto de “Pecado” para manipular y obtener poder sobre las personas.

Es una vieja estrategia política que viene desde la conformación del pueblo judío, cuando, a través de normas rígidas, Moisés le dio el carácter de Nación, lo que demandaba Dios al pueblo en el cual nacería el salvador. Esto se refiere a costumbres, usos y tradiciones y era necesario que así fuera en aquel entonces. Esta actitud formalista tradicionalista se acentuó en el grupo Fariseo, el más puritano, y el más criticado por Jesús.

En época posterior, durante el Medioevo, la Iglesia católico-romana satanizó algunas prácticas y se auto constituyó en perdonadora de pecados dándose, además, el carácter de salvadora única, herejía de tamaño desproporcionado.

Qué es pecado? Es todo aquello que me separa de ser perfecto, como Dios lo es. Es todo lo que me aleja de ser igual a Cristo. Puede ser pensamiento, actitud, acción o la falta de ella. Es lo que me aparta del camino que tracé un día con Dios, antes de venir a este plano; es todo lo que me impide cumplir mi misión de vida.

Pecado no es solo lo que se relaciona con errores relacionados con el sexo, que es una bendición de Dios y parte de nuestra naturaleza, es más que eso. No es el uso que le demos a nuestro aparato reproductor lo que va a determinar nuestra salvación, sino ese compromiso a ser Santo, o sea, apartarse para Dios con un propósito, para cumplir la misión personal, que puede ser ejercer la presidencia de un país o vender frutas en el mercado; corresponde a cada ser humano buscar esa respuesta dentro de si, con la guía del Espíritu Santo de Cristo.

De lo anterior podemos deducir que el peor pecado es andar sin rumbo en la vida. Si analizamos su etimología, esta palabra viene de una que significaba en hebreo antiguo “errar al blanco”, ello implica que debe haber un blanco, una meta u objetivo de vida con el cual estoy comprometido y en la búsqueda de este, tendré la compañía permanente de Dios quien irá proveyéndome, ayudándome a llegar a este objetivo.

Esta forma de ver el pecado se aparta de la de los que satanizaron el sexo como si el maligno lo hubiera creado, restringiéndolo al matrimonio, ritual ajeno a Jesús, ya que en su época no existió tal como lo conocemos los cristianos modernos, pues realmente es una copia de una práctica pagana romana, esta es una de las muchas tradiciones infiltradas en las denominaciones cristianas actuales, que son defendidas como fundamentales, sin tener asidero en la real doctrina de Cristo.

La verdadera lucha contra el pecado no es con los apetitos de la carne, que son parte de nuestros instintos naturales, pero que tomados como guía de la vida, son la manifestación de una mente no renovada, primaria, no evolucionada, que se deja dominar del ser animal. Es precisamente en la mente donde se libra esta batalla que nos lleva a tener la de Cristo. No es el abstencionismo burdo sino el renovar la mente, lo que nos garantiza el éxito contra el pecado, o sea el error, lo estéril, lo equivocado. Lo demás es solo un momentáneo cambiar de costumbres, cosa fácil de hacer, pero renovarse mental y espiritualmente, no lo es, ya que requiere disciplina mental y espiritual.

El solo deseo de querer cambiar lo que no funciona bien en nuestra vida, denota santidad, o sea estar apartado para Dios cumpliendo la misión, y esta es una gracia de Dios, lograda por el sacrifico de Jesús,
ya que nadie, aparte de Cristo, ha podido, ni podrá, ser literalmente Santo.

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