Reinas Chulas es, para decirlo rápido, el grupo de “teatro cabaret” que Ana Francis comanda, y que heredó “El hábito”, aquel teatro de Coyoacán –ah, estamos hablando de México– que supo ser mítico a partir de la actividad de sus dueñas, Liliana Felipe y Jesusa Rodríguez. El punto es que Ana Francis y compañeras tomaron la posta del teatro, que cambió su nombre por el de “El vicio” (nadie me lo dijo, pero supongo que será porque, qué remedio, “el hábito” se vuelve “vicio”).
Ana Francis es también la autora del “Manual de la buena lesbiana”, un libro armado a partir de columnas que ella fue publicando y que me gusta definir como una especie de “Sex and the Zócalo”. “La única columnista abiertamente lesbiana de México”, oí decir por ahí. Esa es ella.
En fin. En diciembre, en la Feria del Libro de Guadalajara, a Ana Francis le tocó estar en una mesa sobre homosexualidad y religión y, como comediante y columnista (lesbiana, la única) que es, escribió un texto inteligente y muy gracioso que generosamente cedió para este blog.
Es largo, largo, así que lo voy a ir publicando de a poco.
Aquí, “A quién se encomienda una buena lesbiana”, parte 1. Enjoy.
Ya apesta a navidad. Y a mi las festividades religiosas me ponen a pensar mucho. Más de lo que yo quisiera. Preguntas existenciales atacan mi espíritu tales como ¿Por qué hacemos asueto en la navidad y en la semana santa si se supone que el estado mexicano no cree en el niño Dios? ¿Por qué hay ofertas navideñas desde octubre? ¿Por qué no el maratón Guadalupe Reyes lo declaramos de una vez Guadalupe Madres y nos dejamos de hipocresías? Pa una que es simple mortal educada como católica ¿Qué significa estado laico?
Yo fui educada como católica. Al mismo tiempo, soy de esa generación a la que todavía le tocó en la primaria que Don Benito Juárez fuese considerado casi un santo que había quitado de las manos muertas de la iglesia las tierras y les había puesto un “state quieto”. Dicho “state quieto” comprende la fundación del estado mexicano. A mi me enseñaron en la primaria que el estado laico era algo así como una característica muy non-plus-ultra de nuestra nación que nos permitía ver por encima del hombro a casi todos los países de América Latina. En la primaria –y que quede claro que yo fui a una primaria pública como cualquier otra, en una colonía de clase media de la ciudad de México, osea no fui a una primaria que sonara a comunista, como la “mártires del SME” o algo así- la iglesia era considerada un ente de peligro al que había que tener a raya porque si te descuidabas se te echaban encima y te echaban a perder tu país. Por supuesto que hicimos misa pa salir de sexto, pero la directora – de forma muy republicana- se deslindó de responsabilidades, fue cosa de los padres de familia. Dato curioso: aunque los padres de familia generalmente eran madres de familia, de cualquier modo se llamaban los padres de familia.
Y luego de pronto la historia cambió: el discurso oficial empezó a ser que la neta es que todos vamos a bautizos y quince años, así que pa que nos hacemos y cuando menos nos dimos cuenta ya teníamos un presidente besándole el anillo al Papa y ora del presupuesto de cultura le damos 30 millones a la basícila. ¿Dónde se ha visto que la basílica necesite dinero? ¿De donde sacan valor pa sacarle al presupuesto de cultura para eso? ¡Zaz! ¿Y mis enseñanzas de la primaria?
A mi la verdad siempre me costó trabajo creer católicamente hablando. Recuerdo las misas del domingo como ese espacio para dormir con los ojos abiertos, ver el techo, y aguantar con entereza porque eventualmente llegaría el momento del esquite y las galletitas de comal. Por mas que intento, no logro acordarme de ninguna oración. Las canciones si me las aprendí pero porque me gustaba ver a las muchachas del coro la verdad. Hice mi primera comunión y mis quince años pero del catecismo no se me pegó nada. De por si era complicado comprender que si el padre, el hijo y el espíritu santo son como la simifarmacias -osea son lo mismo pero no es igual- y luego si le agregabas el niño Dios que le hace la competencia a Santa en navidad ¿entonces ya la Santísima Trinidad se te hace cuarteto como los Beatles? ¿O como? Incluso mi mamá me enseñó que para que Dios me escuchara, antes de dormir había que rezar de rodillas al pie de la cama un padre nuestro y pedir por nuestros seres queridos, osea por ella. Yo así lo hice sistemáticamente, no se si Dios me escuchó, porque nunca me contestó, cosa que siempre me pareció una descortesía. Ante las partes incomprensibles del catolicismo mi mamá y yo nos echábamos diálogos como estos:
Yo: ¿Pero donde está Dios?
Mi mamá: En el cielo.
Como yo veía Superman me pareció super chido vivir así, pero luego mi mamá me aclaró que nel, que Dios si vivía en el cielo, pero no volando ni encima de una nube sino en todos lados. ¿Entonces Dios es el cielo? No solamente, Dios es el cielo y la tierra y las cosas y las plantas. Dios eres tu… Y la verdad yo no soy Dios. Hay algunas señoritas que me han dicho que soy una Diosa en ciertas circunstancias que me parece poco elegante presumir, pero la neta la neta, no soy Dios. Así que además de que Dios no vive en el cielo como Superman resulta que Superman no existe. Pero a Superman si lo vi, en la tele y en el cine.
Yo: ¿y por que Dios no se ve?
Mi mamá: Porque no quiere que lo veamos.
Yo: ¿Pero no es más facil creer en Él si lo vemos?
Mi mamá: Pues claro, pero es que a Dios no le gustan las cosas fáciles. Por eso hay que tener fe…
Y luego no quieren que una vaya a terapia. ¿Como para que me sirve un Dios que le gusten las cosas complicadas?
Recuerdo que en el bautizo de mi sobrina Moni –yo tenía 8 años- le pregunté a mi mamá: “¿para que le mojan la cabeza? Pobrecita, se ve que no le gusta nada” “Para lavarla del pecado original” -contestó ella-.
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