“Ver el mundo en blanco y negro nos aleja de la moderación y de la paz interior porque la vida, por donde se mira, está compuesta de matices.

Querer imponer al universo nuestra primitiva mentalidad binaria no deja de ser un acto de arrogancia y estupidez.”

Walter Riso.

miércoles, 24 de febrero de 2010

LA HOMOFOBIA ANTES Y AHORA.

Cuando se descubrió América, España y Portugal vivían su período de mayor intolerancia contra la sodomía –la práctica de sexo anal. En la recién descubierta América se instalaron tribunales de la Inquisición –tribunales del Santo Oficio, en México, Perú y Colombia. En Brasil por su parte, representantes del Santo Oficio enviados desde Europa hacían inspecciones regulares a la colonia, denunciando y apresando a los que practicaban la sodomía. Esta práctica era considerada como uno de los pocos crímenes que las primeras autoridades de Brasil tenían autoridad para castigar con la pena de muerte sin necesidad de consulta previa con el rey de Portugal.

La homofobia en la América Latina de hoy en día tiene sus raíces más profundas precisamente en el machismo que fue traído desde Europa por los colonizadores, que consideraban la sodomía como el peor y más sucio de los pecados.

Al desembarcar en el Nuevo Mundo, los europeos encontraron una gran diversidad de pueblos y civilizaciones, cuyas prácticas sexuales eran muy diferentes de las costumbres europeas. Muchas de las costumbres de las civilizaciones encontradas por los europeos tenían puntos de vista distintos con respecto a la desnudez, la honra, la virginidad, el incesto, la poligamia, y sobre todo, la homosexualidad, el travestismo y la transexualidad. Al poco tiempo los europeos se dieron cuenta de que la práctica de la sodomía era común en todo el nuevo mundo.

Los conquistadores se escandalizaron profundamente al encontrarse con esculturas que mostraban en forma explícita relaciones entre personas del mismo sexo, generalmente hombres. En México, América Central, América del Sur -tanto en los Andes como en la Amazonia-, se dieron cuenta de que muchos indios e indias gustaban de la practica de sexo anal, a lo que terminaron asociando con la falta de conocimiento por parte de los grupos indígenas de la existencia de Dios y la Iglesia.

Pero no todas las culturas amerindias, sin embargo, estaban a favor del amor entre personas del mismo sexo. Entre los pueblos mayas y aztecas, según los cronistas franciscanos, "la sodomía pasiva es abominable, nefasta y detestable, digna de desprecio y de risa por parte de las gentes". Algo que llama la atención es la contradicción que existe entre diversas civilizaciones precolombinas que, por un lado, cuentan con una mitología donde se valora el hermafroditismo y la homosexualidad, y por otro, muestran prácticas morales a veces bastante represivas, aplicando incluso la pena de muerte a ciertos casos de homoerotismo.

Antonio Requena, un venezolano precursor de los estudios sobre homosexualidad en el Nuevo Mundo menciona en un trabajo con fecha de 1945 que la homosexualidad estaba presente en el continente americano desde su punto mas extremo al norte hasta su punto mas extremo al sur.

En 1513 el conquistador Vasco Balboa lleva a cabo lo que puede ser considerada la fecha inaugural de la intolerancia hacia la homosexualidad en el Nuevo Mundo: al encontrar un numeroso séquito de indios homosexuales en el istmo de Panamá, apresó a cuarenta de ellos y los entregó a perros feroces para que los devoraran.

En 1548 se lleva a cabo la primera persecución contra europeos homosexuales: en Guatemala van presos siete sodomitas, siendo cuatro de ellos sacerdotes. Al ser llevados para la hoguera, lograron eludir la pena capital debido a un disturbio que tuvo lugar entre la población.

En 1549 el joven portugués, Estevao Redondo fue desterrado a las Américas y condenado al exilio perpetuo en el nordeste de Brasil.

En 1571 se instalan Tribunales de la Santa Inquisición en México y Perú, y en 1610 en Cartagena de Indias, litoral de Colombia. En la América hispana, a diferencia de lo que ocurría en la América portuguesa, la iglesia no tenía autorización para perseguir a los que practicaban la sodomía, esta tarea le correspondía a la justicia real.

En Brasil, entre 1591 y 1620, 44 hombres y mujeres fueron acusados/as y procesados/as por sodomía, llegándose a fines del siglo XVIII a un total de 283 denuncias (entre portugueses y brasileños). Muchos de ellos fueron condenados a remar en las galeras del rey o desterrados a áreas remotas de África e India. De las 29 lesbianas denunciadas en el Brasil colonial, 5 recibieron penas espirituales y multas, 3 fueron desterradas y 2 condenadas a azotes en público. La más famosa, Felipa de Souza, dio su nombre al premio internacional más importante de derechos humanos homosexuales, iniciativa de la Comisión Internacional de los Derechos Humanos para Gays y Lesbianas.

Hay documentos que prueban dos ejecuciones de homosexuales en la historia de Brasil: en 1613, en la ciudad de San Luís de Marañón, un indio tupinambà, públicamente insultado y reconocido como tibira (sodomita pasivo), fue amarrado a la boca de un cañón, siendo su cuerpo despedazado al salir la bala, "para purificar a la tierra de sus maldades". En 1678, se ejecutó a un segundo mártir homosexual en la capitanía de Sergipe: un joven negro, esclavo, "fue muerto a azotes por haber cometido el pecado de sodomía".

México lideró la persecución a sodomitas en América Latina durante el período colonial: en 1658 fueron denunciados 123 sodomitas en la ciudad de México y sus alrededores, 19 de ellos fueron presos y 14 quemados en la hoguera. Uno de ellos logró eludir la hoguera por ser menor de 15 años, recibiendo pese a todo 200 azotes y 6 años de trabajos forzados como castigo. En 1673, hubo otra persecución que termino en la quema de siete mulatos, negros y mestizos.

Con el fin de las inquisiciones portuguesa y española, también en América Latina se cerraron los Tribunales del Santo Oficio en 1820 en Perú y México, en 1821 en Cartagena y Brasil. Desgraciadamente, el hecho de que la iglesia terminara con la inquisición no significó el fin de la homofobia, porque como las mentalidades no se cambian por decreto hasta hoy persiste en América Latina el fantasma de la inquisición no sólo en la ideología moralista e intolerante sino también en la composición de las elites locales, cuyos sectores más tradicionales en muchas zonas descienden aun hoy en día, directamente, de los terribles familiares y comisarios de la iglesia católica que tanto persiguió y torturo a los homosexuales y lesbianas.

Los nuevos aires modernistas europeos terminaron por inspirar a la mayor parte de los países latinoamericanos y la sodomía termino por ser despenalizada, dejando de estar incluida en los respectivos Códigos Penales, pero siguió persistiendo durante todo el siglo XIX el fuerte prejuicio y discriminación sobre todo contra los "pasivos". Un número incontable de homosexuales siguieron siendo chantajeados, encarcelados y torturados por los agentes del nuevo orden policial con la excusa de que promovían la prostitución y la baja moral. A pesar de que muchos médicos y científicos demostraron su buena intención de intentar "curar" en consultorios y clínicas a los homosexuales y lesbianas, dichas terapias adoptaron a veces formas modernas de violencia, torturando a las indefensas mariquitas con terapias dolorosísimas que llegaron a incluir descargas eléctricas, dosis enormes de hormonas y peligrosos productos químicos, incluyendo transplantes de testículos de monos.

En el siglo XX, el suicidio, la total clandestinidad, la baja autoestima, la marginalidad, los asesinatos, pasaron a ser el pan de cada día de millones de gays, lesbianas y transgéneros en América Latina, rechazados por sus familias, humillados en las calles, impedidos de acceder al trabajo. Investigaciones realizadas en Brasil, país que debe albergar a más de 17 millones de homosexuales, revelan que de todas las minorías sociales, gays y lesbianas constituyen la más odiada, observándose que el mal trato va desde el insulto verbal al trato humillante en los medios de comunicación, la violencia física en las calles, las detenciones arbitrarias hasta los asesinatos. En México, hasta hoy a los gays se los llama "cuarenta y uno", en recuerdo de los 41 maricones presos en una sola noche en 1901, que fueron sometidos a castigos humillantes, obligados a barrer las calles de la capital y a lavar las letrinas públicas.

Según la Spartacus Gay Guide, hay áreas de levante, bares y establecimientos comerciales afines o abiertamente frecuentados por la población GLT en todos los 41 países de América Latina y el Caribe. Pese a todo, sólo en la mitad de ellos se tiene noticias de la existencia intermitente de uno o más grupos de defensa de los derechos homosexuales.
Pese a la gran diversidad socioeconómica y cultural de estos países, algunos fuertemente marcados por la herencia indígena, otros con gran influencia de la cultura africana, unos pocos con tradición ibérica más acentuada, América Latina se caracteriza por la presencia imponente del machismo y la homofobia, que reforzados por el control familiar (generalmente de inspiración cristiana) y por las grandes dificultades que la independencia económica presenta para los jóvenes, hacen que el proceso de “salida del closet” en los jóvenes sea tan difícil. Desprecio social, humillación pública y persecuciones policiales, hacen parte del cotidiano de los homosexuales latinoamericanos de norte a sur, a tal punto que se acostumbra decir que "hay que ser muy macho para ser gay en América Latina".

El término marica y sus variantes, se usa en todo el mundo latinoamericano, incluso en Brasil, como uno de los insultos más frecuentes contra los homosexuales. La misma hostilidad recae sobre las lesbianas, que sufren grave violencia por parte de sus familias, ex-amantes o compañeros, inspirados por la lesbofóbia que trata el lesbianismo como un insulto y una amenaza a la cultura machista.

Dentro de los países de esta región, Cuba se destacó en la década del 60 por la violencia con que persiguió, apresó y obligó a exiliarse a centenares de homosexuales, identificando la homosexualidad con la decadencia capitalista. Libros y películas como Fresas y Chocolate, de Tomás Alea Gutierrez y Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas, revelan la intolerancia homofóbica de un período que felizmente está siendo superado. Aunque no se tienen noticias de movimiento homosexual organizado en la isla de Fidel, se sabe que dentro de las estructuras propias de los comités vecinales, lesbianas y gays discuten sus reivindicaciones teniendo buena acogida por parte de la comunidad. Prueba de esta nueva postura oficial de respeto a la orientación sexual y a los roles de género se ha puesto de manifiesta en la ONU, cuando en la Conferencia sobre la Mujer realizada en Beijing, Cuba fue el único país latinoamericano que defendió todas las referencias anti-discriminatorias basadas en la orientación sexual.

Pese a la generalizada ideología fuertemente marcada por el machismo, que redunda en prácticas homofóbicas violentas y discriminatorias, en 1969 se fundó en Argentina el primer grupo de defensa de los derechos humanos en América Latina, que a partir de 1971 fue conocido Frente de Liberación Homosexual. En 1978 se fundaron grupos gays en México y Brasil, y en la década del 80 en Perú, Colombia y Venezuela. En los años 90 el movimiento GLT se organiza en Chile, Uruguay, Puerto Rico y Jamaica.

Hasta mediados de los años 90, la homosexualidad seguía siendo considerada un delito en Chile, Ecuador, Cuba, Nicaragua y Puerto Rico. A comienzos del siglo XXI todavía persisten leyes contra la sodomía en dos países: Puerto Rico y Nicaragua. Ecuador es un bello ejemplo: saltó de la edad de las cavernas a la modernidad, volviéndose el segundo país del mundo después de Africa del Sur que incluyó en su Constitución la prohibición de discriminar por orientación sexual. En la década del 90 se aprobaron diversas leyes a favor de la libre orientación sexual: en más de 70 municipios del Brasil; y en Buenos Aires y Rosario, de Argentina. También en el estado de Aguascalientes y en el Distrito Federal de México, donde una diputada abiertamente lesbiana ocupa un curul en la Legislatura. Manifestaciones masivas se han realizado en diversas capitales del continente, en ocasión de las celebraciones del orgullo gay, destacándose la de Sao Paulo que en 2001 reunió a más de 200 mil participantes.

ersiste, sin embargo, en todos los países latinoamericanos y caribeños, una legislación moralista represiva que generalmente se aplica con mayor rigor y de forma discriminatoria contra los homosexuales, considerándose la homosexualidad como agravante en la corrupción de menores, reprimiéndose el travestismo como atentado contra el pudor o identidad falsa, excluyéndose legalmente a gays y lesbianas del acceso a la unión civil, en la medida en que los códigos civiles y constituciones de los diversos países restringen el casamiento o el reconocimiento como familia e inclusive el concubinato, a las parejas de sexos opuestos.

Como consecuencia del pasado colonial y del esclavismo, una característica significativa observada en la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños es el alto grado de violencia física y opresión moral que se ejerce contra travestís, gays y lesbianas. En Brasil se repite de norte a sur el mandato "viado (pédé) tem que morrer!" y en todo el continente padres y madres dicen públicamente que preferirían tener un hijo ladrón o una hija prostituta antes que un gay o una lesbiana. Los obispos de la iglesia católica y, últimamente y con mayor rencor, los integrantes de las iglesias protestantes fundamentalistas, atacan gravemente a los homosexuales en los medios y en los púlpitos, censurando las campañas de prevención del SIDA para gays y obstaculizando la legislación de unión civil para personas del mismo sexo. Esas mismas sectas patrocinan clínicas de cura para homosexuales.

Aún más graves son los crímenes homofóbicos: la prensa internacional constantemente ha denunciado el asesinato brutal de gays y travestís en casi todos los países de la región, crímenes que exhiben rasgos de crueldad y son objeto de una impunidad repugnante. Muchos de esos homicidios tienen como autores a escuadrones de la muerte, la propia policía y, recientemente, grupos neonazis.

Pese a la inexistencia de estadísticas policiales sobre crímenes de odio en la región, disponemos de información bastante fidedigna sobre crímenes homofóbicos documentados en los dos países más grandes de América Latina: en México, según la Comisión Ciudadana de Crímenes de Odio por Homofobia, fueron asesinados 213 homosexuales en el período 1995/2000, calculándose que el número real debe ser tres veces más alto. Para Brasil, de acuerdo con los registros del Grupo Gay da Bahía, se han documentado 1960 asesinatos en el período 1980-2000, 69% de gays, 29% de travestís y 2% de lesbianas, lo que da un promedio de un homicidio cada dos días.

En números absolutos y relativos, no cabe duda que es en América Latina y el Caribe donde ocurre el mayor número de crímenes homofóbicos del mundo. Un triste liderazgo para un continente tan cordial con los turistas y con la alegría de vida y la exhuberancia de la cultura homosexual como marcas registradas de la región.
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Adaptado del texto original escrito por Luiz Mott

Visita el link del “Human Rights Watch”, para leer el reporte anual del año 2004

Bibliografía sobre Homofobia en América Latina:

- Young, Allen. Gays Under the Cuba Revolution. San Francisco, Gay Fox Press, 1981
- Ordonez, Juan P. Ningún Ser Humano es Desechable: Limpieza Social, Derechos Humanos y Orientación Sexual en Colombia. San Francisco, IGLRHC, 1995
- Mott, Luiz. Epidemic of Hate: Violation of Human Rights of Gay Men, Lesbians and Transvestites in Brazil. S.Francisco, IGLRHC, 1996
- ICCHRLA. La Violencia al Descubierto: Represión contra Lesbianas y Homosexuales en America Latina. Toronto, 1996
- Comisión Ciudadana de Crímenes de Odio por Homofobia, REPORTE DE CRIMENES 2000, Mexico, 2001
- Mott, Luiz & Cerqueira, Marcelo. Causa Mortis: Homofobia. Salvador, Editora Grupo Gay da Bahia, 2001.

Luiz Mott es Doctor en Antropología, profesor de la Universidad Federal de Bahía, fundador y presidente del Grupo Gay da Bahía y del Centro Bahiano Anti-Aids. Es autor de 15 libros y más de 200 artículos sobre historia de la homoexualidad, inquisición y SIDA, entre ellos:
- Lesbianismo no Brasil. Porto Alegre, Editora Mercado Aberto, 1987
- Escravidão, Homossexualidade e Demonologia. S.Paulo, Editora Icone, 1988
- Sexo Proibido: Virgens, Gays e Escravos nas garras da Inquisição. Campinas Editora Papirus, 1989
- "Brasil" , Encyclopedia of Homosexuality, New York, Garland University Press, 1990
- “Ethno-histoire de l’homossexualité em Amérique Latine”, in Pour l’histoire du Brésil. Crouzet, François (Ed), Paris, L’Harmattan, 2000, p. 285-303

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