Reflexiones de un activista LGBTI.

Las ideas que me sirven para no perder el rumbo como activista social son las siguientes: Soy un producto de la cultura dominante en la especie, que es una cultura que ha demostrado confiar más en el uso de la violencia que en el uso de la inteligencia, por lo que, como activista social transformadora necesito recordar que todo lo que intento transformar en mi sociedad lo contengo yo inicialmente y si no estoy atento para transformarlo o reprimirlo, lo contengo en mi pensamiento, mis palabras, mi maneras de relacionarme y hacer las cosas, por lo que todo lo que intento transformar fuera lo tengo necesariamente que transformar dentro, en mí mismo. No puedo desligar lo personal de lo político. Lenguaje, pensamiento y sociedad (modos de relación y de organizaicón) están íntimamente vinculados. La inteligencia humana parece no ser capaz de dar más de sí, pero puesto que tengo imaginación, imagino que el mundo que generamos podría haber sido diferente, por lo que me comprometo a disentir hasta que lo sea si lo es alguna vez, me comprometo a luchar por no colaborar con lo que es en la medida de mis posibilidades, usando las herramientas que se me aparecen como más civilizadas, como el pensamiento crítico y la libertad solidaria. Hacemos lo que podemos, pero la gente no lo entiende y tiende entonces al dogma, a la absurda simplificación de que quien hace o lleva esto y esto se encuentra en el grupo de "los nuestros" ("los buenos"). Entender una idea buena no implica poder realizarla. Y realizarla puede ser un largo proceso, con matices y grados diferentes en diferentes momentos. Todo es bastante difícil, por lo que no necesitamos condenar a nadie, sino sólo aplicar el pensamiento crítico para poder ofrecer la posibilidad de mejora.