La respuesta cristiana está en la forma en que leemos la Biblia o en la que la Biblia es interpretada. Pues convengamos que la condena de la iglesia a la homosexualidad o a su práctica se hace con la Biblia misma y sobre la base de un puñado de no más de cinco pasajes no muy claros en su alcance y muy discutidos entre los eruditos.
En tal sentido es muy importante prestar atención a las diferentes formas de leer y comprender un texto, especialmente cuando se trata de textos muy antiguos como es nuestro caso. Las palabras pueden sugerirnos una cosa a nosotros hoy en el siglo XXI que puede haber significado algo diferente para quienes lo escribieron hace dos ó tres mil años, más aún cuando el idioma hebreo en que fue escrito el Antiguo Testamento contaba con tan sólo 50.000 palabras contra unas 300.000 de nuestro español actual.
Con respecto a la Biblia podemos distinguir en principio dos formas distintas de interpretación. La interpretación “literal” y la “histórica crítica”. La literal señala que un texto debe interpretarse simplemente por lo que dice -esta es la forma preferida por los creyentes fundamentalistas- El histórico crítico en cambio dice que un texto tiene el sentido que le quiso dar quien lo escribió de modo que para entender mejor un texto de la Biblia en el día de hoy, deberíamos primero comprender el texto en la situación original y luego aplicar su significado a la situación presente.
Es importante destacar en este momento, que ambas formas de interpretación, aunque muy distintas, coinciden en que la Biblia es inspirada por Dios aunque humanamente transmitida, por lo que también queda sujeta a las limitaciones propias del ser humano.
No debemos perder de vista que las Escrituras fueron escritas por mensajeros inspirados por Dios que escribieron influenciados por el contexto de su época y su propia comprensión del mundo y la cultura.
La interpretación literal de los textos de la Biblia que tienen que ver con la conducta homosexual ha sido el arma más contundente de condenación a las personas gays y lesbianas por parte de la iglesia que tantas heridas y dolor ha producido en aquellos que teniendo una orientación sexual diferente desean seguir a Cristo.
Si bien muchas denominaciones cristianas mayormente se guían por la interpretación histórico crítica, con gran hipocresía rechazan este método cuando puede constituir una amenaza a la seguridad de sus “certezas absolutas” o a la pérdida de sus referencias fundamentales (miedo al cambio).
El método de interpretación se denomina histórico porque requiere llevar el texto a su contexto histórico-cultural original antes de decidir un significado y se denomina crítico porque requiere además un cuidadoso y serio análisis del mismo.
En este punto, podemos decir que a la luz de la interpretación histórico crítica de los pasajes relacionados con la conducta homosexual, las conclusiones no se corresponden con las que tradicionalmente se han enseñado. Se puede afirmar que los textos se refieren solamente a ciertos aspectos de la conducta homosexual y no a otros; mucho menos a la homosexualidad como posible orientación sexual en la vida práctica de las personas.
Los textos bíblicos más directos y conocidos son cinco. El primero tiene que ver con el pecado de Sodoma (Ge. 19:1-11) cuya interpretación errónea lo ha convertido en el texto que más ha confundido a los cristianos y más daño ha causado a los homosexuales.
En segundo lugar aparece el único texto de todo el Antiguo Testamento que hace expresa mención a relaciones sexuales de hombre con hombre y que tradicionalmente se aplicó a todo tipo de relación homosexual. Se trata de Levítico 18:22 y 20:13
Finalmente debemos remitirnos al Nuevo Testamento donde el pasaje más conocido está en el capítulo 1 de Romanos (específicamente 1:26-27) mas otros dos que encontramos en 1Corintios 6:9 y 1 Timoteo 1:10.
Es muy significativo que en los Evangelios jamás aparece una sola referencia a la homosexualidad. Jesús nunca habló del asunto aunque sí lo hizo repetidas veces respecto de la prostitución y del adulterio. Este silencio de Jesús debería llamarnos la atención si su pensamiento hubiese sido que todas las relaciones homosexuales fuesen intrínsecamente pecaminosas.
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