“Ver el mundo en blanco y negro nos aleja de la moderación y de la paz interior porque la vida, por donde se mira, está compuesta de matices.

Querer imponer al universo nuestra primitiva mentalidad binaria no deja de ser un acto de arrogancia y estupidez.”

Walter Riso.

domingo, 24 de abril de 2011

Ser, hacer o parecer. Artículo.


EL NUNCIO APOSTÓLICO, MONSE-ñor Aldo Cavalli, ha recomendado que, en estos días de Semana Santa, los sacerdotes prediquen en sus sermones contra la posibilidad de que los homosexuales adopten niños, un asunto que en breve deberá debatir la Corte Constitucional.

Para la Iglesia Católica, la familia modelo es la que, según la Biblia, conformaron Adán y Eva, es decir, un hombre y una mujer, y este es el único tipo de familia apto para adoptar a un menor. Lo que la Corte en concreto debe resolver es “si ratifica o no la decisión del Tribunal Administrativo de Antioquia, que ordena al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tramitar la solicitud de una pareja de lesbianas que piden que a una de ellas se le permita adoptar la hija de su compañera”.

Se cree, equivocadamente, que la orientación sexual otorga o quita cualidades morales. Lo cierto es las inclinaciones sexuales de una persona (hetero, bi, homo) no la convierten en un mejor o un peor ciudadano, en una mejor o peor madre de familia. La identidad homosexual, a secas, no nos dice nada sobre las cualidades morales de la persona. Como dice Philip Pullman, “podemos controlar lo que hacemos, pero no lo que somos. Lo que hacemos es moralmente significante. Lo que somos, no”. Y agrega, un poco más adelante: “Al clérigo Jeffrey John se le impidió ser obispo de Reading por culpa de su homosexualidad: aunque practicaba el celibato, importaba lo que era, no lo que hacía. Si ‘eres’ homosexual, aunque lleves una vida intachable de abstinencia y castidad, no por ello dejarás de ser impuro y abominable e indigno de pertenecer al clero”.

Contra los homosexuales como posibles padres adoptantes existe el mismo prejuicio: se los juzga a priori por lo que “son” y no por lo que hagan o dejen de hacer. La orientación sexual de un posible candidato a padre sustituto no debería ser un criterio en caso de selección. La pregunta por las preferencias sexuales del adoptante no es pertinente. Así como la raza, la lengua o la nacionalidad, en general, no deberían importar, tampoco las inclinaciones sexuales deberían jugar ningún papel al escoger al padre adoptivo. Lo que debe establecerse es si esa persona ha sido un buen ciudadano y si después de superadas ciertas pruebas psicológicas se puede suponer que sería un buen padre. Sería relevante su historial de actuaciones (si ha sido violento, ladrón, asesino, corrupto, indolente ante la necesidad ajena), pero no su ser o no ser homosexual, porque entre otras cosas el “hacer” homosexual tampoco es ningún delito ni ninguna falta moral. Que la Iglesia lo considere un pecado, es otra cosa, que ya juzgará Dios en la otra vida, pero en esta vida, para una moral humana razonable, en este comportamiento no hay nada repudiable éticamente hablando.

Algunos tratan la homosexualidad como si fuera una enfermedad contagiosa. Ni es enfermedad ni es contagiosa. Nadie se ha vuelto homosexual por el “mal ejemplo”, pongamos, de un tío marica. Del mismo modo que los homosexuales no se vuelven heterosexuales por mucho que la mayoría de la población les dé el “buen ejemplo” permanente de un comportamiento “recto”. Es la idea voluntarista de ciertos psicólogos, y de una parte de la Iglesia, lo que produce más tristeza y desazón: creer que con un esfuerzo de disciplina y voluntad aquel que es homosexual puede comportarse como heterosexual. Esto debería llamarse, simplemente, incitación a la hipocresía.

A los homosexuales se les prohíbe adoptar, pero nada les impide, afortunadamente, tener hijos biológicos. Si son mujeres, basta un donante de semen (o una clonación, dentro de poco); si son hombres, basta un vientre condescendiente (pagado o no). Ni siquiera a los violentos o a los delincuentes se les impide (preventivamente) adoptar. ¿Por qué impedirlo a los homosexuales? Y en cuanto a seguir el modelo bíblico, ese sí que es raro. La única posibilidad para que el género humano no se extinguiera tuvo que ser el incesto entre los hijos de Adán y Eva.

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Religión, Homosexualidad y Activismo

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